La periodista Marta Gómez-Rodulfo acaba de publicar Periodismo para Dummies, un libro con el que trata de dar las claves y las herramientas para que quienes sientan la llamada del periodismo puedan ejercerlo con garantías en un momento complicado tanto para la profesión como para la industria de los medios en general.
Gómez-Rodulfo, pese a los complicados momentos que vive el oficio, considera que el periodismo “tiene más futuro que nunca”, que siempre será necesario porque da respuestas a preguntas que la gente quiere conocer, y que puede que cambien los formatos, pero que emergerán otros con el sello del periodismo detrás. Anima a los periodistas a no ponerse fronteras, a pensar que su trabajo puede interesar a cualquier medio de comunicación del mundo.
PREGUNTA (P). ¿Qué debe saber en estos momentos un periodista? ¿Qué valores o conocimientos debe atesorar quien quiera ejercer el periodismo para poder desarrollarlo con garantías en una sociedad como la actual?
RESPUESTA (R). En las universidades españolas forman a los estudiantes sobre todo para trabajar por cuenta ajena, para que vayan a medios de comunicación ya existentes, pero la realidad ha cambiado mucho y el mercado no absorbe tantos periodistas y es necesario que tengan también conocimientos más allá del empleo por cuenta ajena. Eso es importante recalcarlo de partida.
Después, ya sean tanto periodistas que trabajan por cuenta ajena como freelance, es muy importante que no se limiten. Una de las cualidades necesarias es no pensar en una localización, en unas fronteras. Cuesta mucho vivir del periodismo y tener esa amplitud de miras de que se puede trabajar para cualquier medio de cualquier lugar del mundo, como contratado o realizando trabajos de freelance, es muy importante.
Para poder desarrollarse como periodista es necesario, aunque parezca un tópico, saber idiomas, al menos otro idioma además del materno. Pero no aprender un idioma para defenderse en un viaje, sino como herramienta de trabajo, casi nativo. A un periodista que hablé inglés casi como un bilingüe se le abre un mercado de trabajo inmenso.
Luego creo que, además de los valores tradicionales, lógicamente, en estos momentos, como plus, también hace falta conocimiento del periodismo de datos. Es la gran revolución del periodismo. Tiene un futuro impresionante.
(P). Habla también en su libro de la necesidad de especializarse, ahora más que nunca, aunque sin perder una visión global de las cosas
(R). La especialización permite avanzar más rápido. Al ser un experto de un tema, por ejemplo, periodista económico o político, el entorno en el que te mueves te va conociendo más deprisa. Ahora bien, especialízate si te gusta mucho el tema, porque si no no funcionará. Debe ser algo que te apasione. Si no lo tienes claro, es mejor no especializarte y también puede funcionar perfectamente como forma de desarrollar una carrera en el periodismo.
(P). La crisis no sólo ha arrojado fuera del mercado laboral a miles de periodistas, sino que también ha reducido las tarifas de artículos por encargo. ¿Puede un periodista freelance en estos momentos ganarse la vida con los artículos que escriba y le publiquen?
(R). La respuesta es no, pero con matices. Sí se puede vivir siendo periodista freelance pero no sólo escribiendo reportajes. Hace diez años yo vivía sólo de escribir reportajes e ingresaba un sueldo para vivir al mes. Ahora es imposible. Ahora es necesario diversificar: clases, community managers, escribir un libro, hacer un documental.
Es un problema enorme, pero empieza también por nosotros. Hay que saber decir que no para empezar a cambiar la situación. Rechazar trabajos. Eso sería un buen primer paso. El periodista freelance propone temas y trata de venderlos a un medio. Si al medio le gusta, se pacta el precio y se hace. Pero eso, muchos periodistas freelance no lo hacen. Hay que preguntar qué presupuesto tienen los medios para cada trabajo.
El periodista freelance es una parte tan vulnerable del sistema que tiene la autoestima muy baja. No se atreven a preguntar por temor a perder el trabajo. Hay que aprender a valorar económicamente nuestro trabajo. Intentar negociar. Es importante leer sobre negociación comercial. Yo lo sigo sufriendo y sigo peleando. Estudié técnicas de negociación comercial y trato de aplicarlas, y la verdad es que todo cambia bastante. Y si lo que nos pagan no entra en los parámetros que creemos que es un precio justo, debemos decir que no. Y de ahí la oportunidad que nos surge si podemos internacionalizar nuestro trabajo, como decía antes. No limitarnos. Los freelance somos un chollo. Y hay que pararlo. No debemos ser ningún chollo.
(P). Llevamos tiempo observando también un retroceso en las corresponsalías, un puesto que en muchas ocasiones ocupaban periodistas freelance. Cada vez hay menos periódicos que apuestan por tener periodistas en otros países, y esa información personalizada, contextualizada y rica en matices se está sustituyendo por notas de agencia. Aborda también esta salida profesional en su libro. ¿Ve alguna solución a este problema o es una figura llamada a desaparecer?
(R). La del corresponsal es una figura importantísima no sólo para el periodismo sino para la sociedad. Hay que entender la cultura de cada país para contextualizar la información. La información de un corresponsal es valiosísima porque conoce el país y conocerlo lleva un tiempo. Y sí, es cierto que se han reducido mucho las corresponsalías, y ya sólo las tienen los medios grandes y ni aun así. ¿Cómo lo revertimos? Los medios deben pensar dónde quieren invertir. Si un medio quiere ser global y ofrecer una información distinta a la de los demás, lógicamente deberían apostar por la figura del corresponsal.
(P). ¿No hay también un problema en el lado de la demanda? Es decir: si los lectores reclamaran información internacional diferencial, los medios deberían invertir en ello, pero parece que, en general, en este caso, no se acaba de valorar si la información viene de agencia o es de un corresponsal que vive y conoce perfectamente el territorio que pisa e informa en exclusiva.
(R). Sí, y hay algo más que tampoco juega a favor. Ahora los medios están muy pendientes de lo que los lectores comentan en las redes. A veces, se ofrecen trabajos para un periódico, lo miran y dicen que no les interesa, pero cuando ese tema empieza a aparecer en redes o alguien lo publica, entonces inmediatamente ya interesa. Eso tiene también la translación al plano internacional.
(P). En el libro habla también de la necesidad de respetar un código deontológico, de cumplir unas normas que permitan diferenciar el periodismo de lo que no lo es. ¿Cuál es, a su juicio, el estado de salud, el nivel de respeto a ese código deontológico en los medios españoles?
(R). Hay de todo, pero es verdad que muchos medios fallan en la verificación. Creo que es uno de los principales problemas, por la celeridad y la inmediatez, pero también porque han desaparecido figuras importantes como podrían ser los verificadores. Hay medios internacionales, pongamos por caso el New Yorker, que tienen un departamento para verificar la información. No lo puse en el libro, porque no tenía el dato comprobado, pero sí me comentaron que había alrededor de 20 verificadores, y lo verifican todo, hasta si se cita algún dato del año 1800. Esa figura ha desaparecido. A veces era un editor el que si algo no cuadraba tiraba del hilo para comprobar la historia. Pero ahora esa figura no existe e incluso diría que no hay correctores o hay muy pocos, porque por ejemplo en verano en muchos periódicos no hay editores que revisen los textos y se cuelgan directamente en la web.
(P). Habla también sobre la libertad de expresión en su libro. ¿Tiene la sensación de que en los últimos años hemos visto cómo se ha ido reduciendo, y que incluso sentencias que han salido últimamente serían impensables hace unos años? ¿Hay un retroceso?
(R). La libertad de expresión es un derecho fundamental de todos y como cuento en el libro, en Europa se ha recortado mucho este derecho. Hay tuiteros o raperos que van a la cárcel por unas letras y esto me parece inaudito. Es verdad que hay que decir las cosas sin insultar, pero que por opiniones o manifestaciones una persona vaya a la cárcel me parece increíble. La libertad de expresión ha retrocedido y la gente tiene miedo a expresarse. Y es el eje sobre el que se sustenta no sólo el periodismo sino la sociedad. No podemos retroceder y hay informes que confirman que estamos retrocediendo. Y esto es muy peligroso.
(P). Después de haber escrito el libro, ¿qué sensaciones le quedan sobre el futuro del periodismo? ¿Hay futuro y realmente el periodismo es más necesario que nunca y acabará emergiendo un modelo rentable o realmente está en peligro el periodismo, tal como lo conocemos?
(R). Yo soy una optimista comprometida, porque quiero además ser parte del cambio. El periodismo es imposible que desaparezca. Es posible que el papel acabe, que quede como algo de nicho y de lujo, que desaparezcan algunos formatos, pero el periodismo no puede desaparecer. Cuando hay una crisis y parece que todo está perdido, hay una tendencia a recuperar lo mejor del periodismo, el periodismo de valor, aquel por el que la gente está dispuesta a pagar, y parece que empezamos a apuntar hacia esa dirección.
Está costando salir, pero el periodismo nunca va a desaparecer. Responde a preguntas que se hace la gente. Y lo hace de manera objetiva. Es una época de incertidumbre, no tenemos ni idea cómo será el mundo o nuestras vidas en diez años, y al periodismo le pasa lo mismo, pero el periodismo va a continuar, pero desde ese optimismo comprometido, con ética, con respeto, con calidad.