Un fotógrafo cubriendo una manifestación. Foto: Daniel T. / Depositphotos

Un estudio reciente del European Centre for Press and Media Freedom (ECPMF), que tiene su sede central europea en Leipzig, en cooperación con la Asociación Federal de Editores Digitales y Editores de Periódicos de Alemania concluye que los periodistas se autocensuran de manera notable tras ser víctimas de ataques o señalamientos, lo que supone un gran riesgo para las democracias. 

El estudio, que pone foco en Alemania, desvela que el aumento en la violencia contra los periodistas que se vive en estos momentos, como parte del clima de polarización política que existe, ha generado una atmósfera de miedo y reticencia a la hora de cubrir ciertos eventos y temas, particularmente aquellos que involucran a actores y movimientos extremistas.

El informe, titulado «Feindbild Journalist:in» (Imagen enemiga del periodista), documentó 69 ataques físicos en 2023, un aumento respecto a los 56 del año anterior.  Un gran número de estos ataques ocurrieron durante manifestaciones. El estudio hace hincapié en que las más recientes han sido contra periodistas que cubrían manifestaciones pro-palestinas, a manos de grupos extremistas.

Este patrón de violencia ha conducido a que los periodistas, en muchos casos, elijan no reportar sobre ciertos asuntos, afectando la cobertura informativa integral que es esencial para una sociedad informada, según los autores.

«Esta autocensura es extremadamente perjudicial para la libertad de prensa y la democracia»

Patrick Peltz, coautor del estudio, expresa una profunda preocupación por el incremenento del clima de hostilidad hacia los periodistas: «Observamos que los periodistas, especialmente en áreas donde los grupos extremistas tienen una presencia notable, se ven forzados a omitir ciertos temas de su cobertura para proteger su seguridad personal. Esta autocensura es extremadamente perjudicial para la libertad de prensa y la democracia, ya que impide que el público reciba una imagen completa de los acontecimientos sociales y políticos.»

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El estudio señala que el efecto es aún mayor en el periodismo local. Como ejemplo, citan el caso de Sajonia, que representa un tercio de todos los casos registrados desde 2015 (117 de 390), en donde los periodistas locales que trabajan en zonas donde la captura territorial de la extrema derecha es muy pronunciada y llega a la llamada parte centrista de la sociedad, reconocen omitir temas debido a una situación de amenaza permanente percibida.

Efecto disuasorio generalizado

El estudio también revela que la percepción de la hostilidad y los actos de violencia no solo afectan a quienes directamente experimentan ataques, sino que también tienen un efecto disuasorio generalizado, desalentando a otros periodistas de reportar sobre temas potencialmente controvertidos.

Este ambiente restrictivo se da en un momento crítico, con elecciones europeas próximas.

El estudio recoge que periodistas, asociaciones, empresas de medios y muchas instituciones han desarrollado contramedidas en respuesta a las crecientes amenazas de los últimos años, pero que sigue siendo necesaria una mayor protección.

«Una y otra vez, los periodistas denuncian casos en los que no recibieron la protección adecuada o fueron ellos mismos objeto de medidas policiales. En general, todavía existe una necesidad considerable de mejorar los servicios existentes y crear otros nuevos», señala la investigación.

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