La Nación fue el primer medio de Argentina en formar parte del consorcio internacional The Trust Project, lo que le permitió tener indicadores digitales de confianza.

Con el interés y la confianza en las noticias cayendo en muchos países, la problemática de la desinformación se vuelve aún más compleja: las narrativas desinformantes ganan terreno en las plataformas digitales y las audiencias quedan más expuestas a contenidos falsos y engañosos. 

La última edición del DNR del Instituto Reuters aborda los retos comunes del periodismo en el mundo actual. El informe expone que esos descensos en el interés por las noticias se reflejan en un menor consumo de fuentes tradicionales y de medios online en la mayoría de los casos, así como de las redes sociales –con una excepción: TikTok–. 

En el estudio también se plantea la relación que existe entre los mayores niveles de exposición a las críticas a los medios y los mayores niveles de desconfianza en los medios. 

Ante ese contexto, “los medios y los periodistas no solo deben enfrentar a las noticias falsas sino también otro tipo de ataques que, al final, hacen que el ecosistema de información se vuelva mucho más negativo y la labor periodística tenga muchas más dificultades para llegar a las audiencias”, según planteó Daniel Suárez Pérez, investigador asociado para  América Latina del Digital Forensic Research Lab, durante la tercera edición de la ‘Cumbre Global sobre Desinformación’, organizada a fines de septiembre por Proyecto Desconfío (Argentina), la Fundación para el Periodismo (Bolivia) y la SIP

El periodista colombiano participó junto con Lynn Walsh, directora adjunta de Trusting News, y Natalia Louzau, integrante del equipo de LN Data del medio argentino La Nación, en el panel “Construir indicadores de calidad de las noticias”

Los oradores invitados al evento –todas las ponencias están disponibles en el canal de Youtube– compartieron consejos y herramientas para que los medios construyan sus propios indicadores de calidad y desarrollen estrategias de doble impacto. Es decir, que les sirvan para combatir la desinformación y, a la vez, para garantizar la calidad de las noticias, restaurar su relevancia y recuperar la confianza de las audiencias. 

La moderadora de la charla en conversación con los tres panelistas.

Buenas prácticas en la esfera digital

Suárez, cuyo foco de investigación se centra en identificar, exponer y explicar la desinformación en los medios digitales en América Latina, compartió una serie de lineamientos que en la esfera digital se pueden impulsar aún más para mejorar el trabajo de los medios y los periodistas y reforzar la calidad periodística. 

Además de trabajar con diversidad de fuentes, dar contexto a las noticias, tener rigor periodístico e independencia editorial, el experto propuso que las organizaciones de noticias incluyan entre sus principios:

  • la transparencia y la ética periodística
  • la verificación de hechos, corrección de errores y actualización continua
  • la interacción con la audiencia 
  • no caer en el sensacionalismo (ni amplificar narrativas desinformantes)
  • impulsar la alfabetización mediática informacional 

Poner el foco en 3 aspectos: transparencia, engagement y diversidad  

“Una de las cosas que realizamos desde Trusting News para combatir la desinformación es ayudar a los periodistas a identificar quiénes son y construir su confianza. Tenemos que aceptar que ganar confianza es el trabajo de todos los periodistas”, subrayó Walsh. 

Como directora adjunta de Trusting News, la periodista asesora a las redacciones para que sean más transparentes en la forma de hacer su trabajo y logren restablecer la confianza con el público. 

Parte del trabajo para recomponer la relación rota con las audiencias implica explicar algo esencial: cómo funciona el periodismo. 

“Tenemos que llenar ese vacío de información. Una manera de hacerlo es que los medios y los periodistas expliquen cómo trabajan”, indicó Walsh. 

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Para iniciar ese proceso de generación de confianza, Walsh animó a los periodistas y editores a enfocarse en 3 aspectos centrales, tanto a nivel institucional como en la diaria:

1. Transparencia

“Es importante explicar quiénes somos, cómo es nuestra política de ética, cuál es nuestra misión, cómo nos financiamos y de qué manera eso se separa de las decisiones editoriales, y cómo son los procesos en las coberturas”, especificó Walsh. 

A nivel institucional, este aspecto puede abordarse en una página dentro del sitio de noticias que se titule “Sobre nosotros”. 

“Cuando las personas se encuentren con eso va a ser una luz verde, ya que dirán ‘puedo confiar en ellos, son transparentes’”, aseguró Walsh. 

Para tener más alcance, la difusión de los mensajes de transparencia puede hacerse también en las redes sociales. 

Mientras que en la cobertura diaria es posible incorporar distintos elementos. En los propios artículos, por ejemplo, se puede agregar una casilla donde se explica el proceso de todo el reporteo: “Se pueden responder preguntas sobre por qué se está cubriendo esa historia, cómo lo están haciendo, cuál es el enfoque para cubrirlo y qué recursos utilizaron”.

“Esto ayuda a desarrollar la confianza en los lectores”, señaló la experta y profundizó: “Puede significar que la gente cree que sos justo, que sos confiable, que sos preciso, que no sos sesgado, que cuentas la historia en tu totalidad”. 

También aconsejó incluir en la firma del periodista un link hacia una página donde la audiencia pueda encontrar su biografía (qué y dónde estudió, su experiencia periodística y qué temas cubre) e información de contacto, siempre garantizando su seguridad. 

“La información de contacto puede ser clave para generar confianza, porque genera engagement. Entonces, toda vez que un periodista escribe un artículo, podemos aprender o saber más sobre esa persona. Esto genera credibilidad”, comentó Walsh.  

2. Engagement

“No podemos desarrollar confianza con gente que no conocemos y con la que no interactuamos”, planteó la experta y trazó una comparación: “Si pensamos en las personas que confiamos, probablemente las conocemos y hemos tenido conversaciones. Lo mismo ocurre con la confianza en las noticias”. 

Por lo tanto, hay que mejorar el trabajo de interacción con la audiencia. Algunas pistas para hacerlo: escuchar a las audiencias a las que se pretende servir; hacer un llamado a la conversación y consultar qué les gustaría saber o qué preguntas tienen; buscar y responder sus comentarios. 

A partir de los datos que se desprendan de ese relacionamiento, será más fácil establecer qué historias contar, con quién hablar y garantizar variedad de voces para lograr coberturas más inclusivas y que ayuden al público a tomar mejores decisiones. 

3. Diversidad

La diversidad en las salas de redacción es otro componente fundamental a tener en cuenta. 

“Esto va más allá de raza, etnicidad y género”, aclaró Walsh. Para ella, también es importante pensar en personas que vienen de lugares con niveles socioeconómicos distintos y qué tipo de educación recibieron.  

“Tenemos que ver quién está tomando las decisiones en la redacción, qué vacíos tiene y cómo cubrimos esos vacíos”, indicó. 

Cómo construir indicadores de confianza: el caso de La Nación, de Argentina 

“En un mundo plagado de desinformación, la transparencia es un activo que nos distingue”, escribió José Del Rio, director de contenidos de La Nación, en esta nota de 2020 en la que anunciaba que el medio argentino pasaba a formar parte de The Trust Project

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La Nación fue el primer sitio de noticias del país en sumarse a este consorcio internacional de medios comprometido con la práctica del periodismo confiable, transparente y preciso.

La periodista Natalia Louzau, responsable de producción y análisis de datos en el equipo LN Data, contó en la Cumbre que en el medio trabajaron durante un año para implementar los 8 indicadores de confianza establecidos por The Trust Project. “Esto implicó evaluar y actualizar políticas, crear nuevos procesos y agregar transparencia a los estándares existentes”, informaron en su momento desde La Nación.

Louzau compartió los detalles de cada uno de los indicadores digitales de confianza y credibilidad –algunos muy relacionados con los aportes que hicieron Suárez y Walsh–, que tienen como fin ayudar a los lectores a evaluar la validez de las informaciones e identificar noticias de un medio fiable. “Abordan distintas cuestiones que las audiencias valoran y ayudan a generar confianza”, señaló la panelista. 

Al formar parte de esta iniciativa, las notas llevan un sello de calidad, que respalda y transparenta el proceso editorial, bajo la frase ‘Conforme a los criterios de The Trust Project’, enlazada a una landing page. 

Esos indicadores, visibles en lanacion.com.ar, son: 

  1. Buenas prácticas 

La Nación cuenta con un micrositio que expone su declaración de las buenas prácticas. Ahí cuentan qué es y quién está detrás del medio, quién lo financia, cuáles son sus principios, su misión y su ética de trabajo, cómo trabaja el diario en cuanto a verificación y chequeo de datos, entre otros estándares. 

  1. Experiencia del periodista 

Todos los periodistas autores de los artículos tienen una biografía asociada a sus firmas.  “Al acceder a esa biografía, los lectores encuentran la formación del periodista, los reconocimientos que obtuvo, cuál es el área de interés y dónde se encuentra, entre otros datos”, detalló Louzau. 

  1. Tipo de trabajo: noticias, opinión, contenido brandeado 

Para que las audiencias puedan identificar qué tipo de contenido están leyendo, La Nación diferenció con etiquetas sus contenidos en ‘noticia original’, ‘opinión’ y ‘ContentLab’. 

Los contenidos de la última categoría no cuentan con el sello de The Trust Project, porque no es información producida por la redacción –algo que también se aclara–, sino que pertenecen a la unidad de generación de ideas y contenidos de La Nación para las marcas con distribución en sus plataformas digitales y redes sociales. 

Con el avance de la inteligencia artificial del último tiempo, desde el medio decidieron transparentar todo proceso periodístico que incluya el uso de esta tecnología. 

En ese sentido, Louzau contó que han empezado a implementar para algunas notas pequeños resúmenes con IA. “Eso está no solamente transparentado sino que se aclara debajo del resumen que ese contenido fue realizado por inteligencia artificial bajo la supervisión de los editores de La Nación”, enfatizó la periodista. 

  1. Referencias

Este indicador tiene que ver con establecer quiénes son los productores de información y la identificación de las fuentes detrás de los hechos y las afirmaciones. 

También incluye la aclaración de fuente que llevan las notas de agencias o aquellas que fueron producidas por otras fuentes, como ocurre con el contenido que publican, por ejemplo, de la BBC. 

“Siempre que se puede, tratamos de linkear también a las fuentes externas. Es una buena práctica para que el lector acceda a las fuentes de primera mano”, añadió Louzau. 

  1. Metodología

Los métodos aplicados en grandes producciones, historias detalladas e investigaciones también están visibilizados y explicados. 

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“Esto consiste en contar cómo se llegó al trabajo publicado. Y se hace especialmente en producciones que ameritan llevar aclaraciones”, indicó Louzau. 

Un ejemplo de aclaración de método de trabajo en una nota de La Nación sobre los resultados de las elecciones legislativas 2021 en la Argentina escuela por escuela, que incluyó un formulario de consulta. 
  1. Diversidad y fuentes locales

Una de las cuestiones que está declarada en el micrositio de la iniciativa de The Trust Project implementada en La Nación son los distintos corresponsales que tiene el medio, tanto en el exterior como en las provincias argentinas. 

“Se muestra quiénes son, qué provincias o qué países cubren”, dijo Louzau. Y agregó que cuando se trabaja con enviados especiales, se aclara al principio de la nota para que el lector sepa desde dónde se está escribiendo una noticia. 

  1. Voces diversas

Este punto tiene que ver con el compromiso de la redacción para incorporar diversas perspectivas en sus coberturas, con pluralidad de voces, etnias o posiciones políticas.

A raíz de este indicador, La Nación lanzó dos proyectos durante este año. 

Uno es ‘Gender Gap Tracker’: una herramienta que La Nación replicó de una experiencia que ya existía en la Simon Fraser University y que permite establecer qué porcentaje de hombres y de mujeres hablan en distintas notas del medio. 

“La Nación la desarrolló en español, ya que el modelo existía en inglés. Básicamente lo que hace es recorrer diariamente todas las notas e identificar en cada una la cantidad de menciones masculinas y femeninas para entender cómo está la brecha de género. Además de detectar las menciones, identifica quiénes son los que hablan, es decir, las citas”, resumió Louzau. 

La herramienta se distribuye internamente a cada sección con cierta frecuencia para ver cómo evoluciona. 

La otra iniciativa, que fue desarrollada por los equipos de La Nación Data y Fundación La Nación con el financiamiento de Google News Initiative, es ‘Cómo lo digo’. “La hemos abierto para que cualquiera pueda ingresar y utilizarla”, dijo la periodista de LN Data. 

Esta herramienta, explicó Louzau, “busca ayudar y colaborar a hacer una cobertura lo más respetuosa y correcta posible” cuando los temas son sensibles, como diversidad, discapacidad, salud mental, violencia y abuso, infancias y adolescencias, entre otros. 

¿Cómo funciona? Los periodistas pueden introducir una oración en el buscador de la herramienta y testearla. “La herramienta escanea las palabras escritas y las coteja con las que conforman el diccionario de términos y expresiones de Cómo lo digo. De esa manera, puede ofrecer como resultado una serie de advertencias sobre posibles expresiones impropias y sus respectivas sugerencias para reemplazarlas. También brinda consejos generales para tener en cuenta al comunicar sobre la temática. En algunos casos, el uso incorrecto de determinadas palabras está relacionado con el contexto”, explican desde la plataforma. 

  1. Comentarios de la audiencia 

A partir de su adhesión a The Trust Project, La Nación habilitó una línea de teléfono y una cuenta de correo electrónico, que es revisada directamente por los responsables del proyecto en el diario. 

“Las distintas consultas que lleguen de los lectores son distribuidas internamente a la persona responsable de cada artículo o del área determinada. Y se hace el debido seguimiento para responder a cada lector que se haya contactado por alguna inquietud en particular”, precisó Louzau.

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