El editor y presidente del New York Times, AG Sulzberger, realiza todos los años por estas fechas un balance anual de la situación de la industria de los medios en general y de The New York Times en particular. Es el conocido como State of The Time.

Este año, su discurso no ha ido con medias tintas. Sulzberger ha acusado directamente a las grandes empresas de tecnología de hacer que sus plataformas «sean cada vez más hostiles al periodismo de calidad, dejando el entorno digital invadido por desinformación, teorías de conspiración, propaganda y clickbait».

El editor de la Vieja Dama Gris no duda en afirmar, tras recordar el panorama de años anteriores, que «todas las alarmas para el periodismo suenan hoy aún más urgentes. Después de presenciar la desaparición de cerca de un tercio de todos los empleos periodísticos en poco más de una década, estamos viendo cómo el ritmo de los despidos de alguna manera se acelera. Un promedio de 2,5 periódicos cierra cada semana»

Además, Sulzberger aún va más allá y considera que la llegada de la inteligencia artificial generativa «promete empeorar esos desafíos, a menos que quienes desarrollan esta poderosa tecnología (y los marcos para regularla) garanticen que la IA se utilice para respaldar un ecosistema de noticias confiable, en lugar de acelerar su desaparición».

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El editor de The New York Times hace hincapié en que también han aumentado las presiones y los ataques a periodistas e instituciones periodísticas y que «estamos viendo que la retórica antiprensa se transforma en desafíos directos a las libertades de prensa fundamentales. Y los periodistas que publican historias que la gente no quiere que se cuenten se enfrentan cada vez más a campañas de acoso, amenazas y abusos diseñadas para silenciar su trabajo y castigarlos por decir la verdad».

«No es de extrañar que la confianza en nuestra industria caiga a nuevos mínimos cada año»

A medida que estas tendencias continúan, prosigue Sulzberger, cada vez menos ciudadanos encuentran periodismo confiable en su vida diaria. «No es de extrañar que la confianza en nuestra industria caiga a nuevos mínimos cada año», sentencia.

En cuanto a su propia casa, el editor asegura que «estamos trabajando arduamente para convertir a The Times en un destino digital que sea resistente frente a las cambiantes presiones económicas, los desafíos comerciales y los caprichos de los gigantes tecnológicos. Nos queda un largo camino por recorrer, pero nadie ha avanzado más. Hemos logrado aumentar los ingresos digitales, ahorrar dinero en el banco para facilitar nuestra transición y agregar más de 1.200 periodistas a la nómina de la empresa. Y en el camino, hemos defendido nuestros derechos más básicos, incluido llevar a la empresa más grande del mundo a los tribunales para insistir en que no nos roben el trabajo».

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La necesidad, más que nunca, de un periodismo independiente de poderes políticos y económicos

Sulzberger dedica una parte importante de su discurso a hablar sobre la necesidad de un periodismo independiente ante todas las amenazas que está afrontando el periodismo: «La independencia periodística es el valor que creo más esencial para nuestra profesión y nuestro país mientras afrontamos estos desafíos. La independencia es el compromiso periodístico de poner la verdad –y la búsqueda de ella con una mente abierta pero escéptica– por encima de todo. La voluntad de seguir los hechos, incluso cuando te alejan de lo que suponías que sería verdad».

Según el editor, «cuando hay evidencia abrumadora de que un lado de un tema tiene razón, la independencia significa presentar los hechos de manera clara y directa, incluso si eso lleva a acusaciones de parcialidad. Y en los casos mucho más frecuentes en los que los hechos no están claros o su interpretación es objeto de un debate razonable, la independencia significa capacitar a los lectores para que comprendan y digieran esa ambigüedad por sí mismos».

En la parte final del discurso, Sulzberger se refiere a los retos que hay por delante:  «Estamos luchando por la verdad en una era definida por la desinformación. Luchamos por el entendimiento en una era definida por la polarización. Estamos luchando por los derechos, la libertad y la seguridad de los periodistas independientes en un momento en el que cada uno está bajo más presión que en cualquier otro momento de nuestras vidas. Estamos luchando para demostrar que existe un camino sostenible para el negocio del periodismo –para el tipo de periodismo original, independiente y experto que la sociedad más necesita– en un momento de profundo desafío económico. Y estamos librando estas luchas no sólo por esta institución, sino por nuestra industria y nuestra sociedad. Eso es mucho. Y digo todo esto no para asustarlos, sino para asegurarnos de que tengamos la vista clara sobre lo duro que tendremos que trabajar, sobre cuántas probabilidades tendremos que desafiar».

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