La industria periodística vive, en general, una cruenta crisis que desangra gota a gota las redacciones al tiempo que lucha por buscar un nuevo modelo de negocio que la aproxime a la situación que vivió en la segunda mitad del siglo XX en la mayor parte de los países occidentales, y desde mediados de los 80 hasta 2008 en España. Es decir, volver a ser una industria económicamente poderosa, con un modelo de negocio sólido y contrastado, capaz de resistir los embates cíclicos de la economía.
Pero, ¿y si ese periodo de esplendor de la industria periodística, al menos económicamente hablando, fue una excepción histórica?
Es lo que sostiene Heidi Tworek, Profesora de Historia Internacional en la Universidad de British Columbia en Canadá, y coautora del estudio «Historia natural de las noticias: un estudio epigenético».
En una entrevista publicada por el Instituto Nacional del Audiovisual (INA) de Francia, la historiadora indica que «los periodistas que analizan la crisis mediática de los últimos 20 o 30 años no se han referido mucho a la historia de los medios durante cuatro siglos. Su período de referencia se extiende desde la Segunda Guerra Mundial hasta nuestros días. Como resultado, la crisis actual generalmente se percibe como una situación nueva y como una crisis existencial para los medios. Sin embargo, si ponemos la crisis actual en una perspectiva de varios siglos, observamos que el período tomado como referencia por los periodistas, de 1940 a 1980, es, de hecho, una excepción en la historia de los medios».
Según Tworek, «el período de 1940 a 1980 fue innegablemente una edad de oro para los propietarios, ya que era muy rentable tener un periódico, mucho más que muchas otras actividades económicas. (…) Este período fue excepcional por varias razones. En primer lugar, a pesar de la existencia de la radio y la televisión, la prensa escrita era el medio dominante en los Estados Unidos y Europa occidental. Para obtener acceso a la información, la gente compraba periódicos. Esta ventajosa situación alcanzó su punto máximo entre 1940 y 1980. Los recursos vinieron ante todo de los anunciantes que buscaban llegar a un público amplio, y de los lectores que financiaban todo el periódico. Un lector que quería informarse sobre deporte compraba el periódico y solo leía los artículos relacionados con el deporte, pero apoyaba financieramente a todo el periódico. Los ingresos de este tipo de lectores financiaron formatos periodísticos más caros. Durante este período, los lectores nunca tuvieron que pagar el precio real de la información, ya que este coste fue asumido por otras fuentes de ingresos. En otras palabras: en otra época, muchos medios rentables habrían ido a la quiebra».
Los periódicos del siglo XVIII tenían una esperanza de vida muy corta
Al comienzo del siglo XVIII, por ejemplo, indica la historiadora, «la mayoría de los periódicos tenían una esperanza de vida muy corta. Desaparecían después de haber sido creados unos años antes, porque no tenían recursos suficientes para ser rentables y los lectores no estaban dispuestos a pagar el coste total de la información. Además, durante este período, las personas tenían otro acceso a la información que la prensa, como el rumor, y para ellas era tan legítimo como la información».
Para Tworek, el hecho de que ahora la gente ya no está dispuesta a pagar por todo un periódico para ver sólo la información de una sección es una de las claves de la crisis del periodismo. «El primer efecto de Internet que se puede identificar es el de «romper los medios». Hoy, si soy aficionado al cine, ya no voy a las páginas de «cine» de un medio general, consulto un medio especializado. Como resultado, los medios perdieron lectores que solo estaban interesados en algunas páginas de su periódico. Otro efecto de Internet fue el colapso del mercado publicitario. En primer lugar, la prensa perdió los recursos que tenía de los anuncios clasificados, que terminaron en sitios como Craigslist. Además, los anunciantes han visto Internet como un lugar donde podrían desarrollar publicidad dirigida. Si un anunciante se anuncia en un periódico, sabe que puede llegar a entre 200.000 y 300.000 personas, pero sin saber específicamente si los lectores entran en contacto con su publicidad o si llega a la audiencia objetivo. Por el contrario, Internet ha permitido lectores más específicos, lo que ha desplazado los ingresos de publicidad a través de Internet y ha representado una pérdida significativa de recursos para la prensa».
«Es muy poco probable que la prensa vuelva a ser lo que era»
La historiadora no cree que la crisis sea algo pasajero sino que, acabado ese excepcional periodo de esplendor, los periódicos volverán a ser lo que fueron en el siglo XVIII: «La prensa era entonces sólo un medio entre otros para aprender, pero no era la forma mayoritaria para obtener información: vecindario, folletos, los rumores… y de forma gratuita. La prensa estaba dirigida a un número muy reducido de personas educadas que estaban interesadas en noticias internacionales y nacionales. Hoy, observamos que muchos rumores florecen en las redes sociales. Por supuesto, debemos preocuparnos, pero también debemos reconocer que fue la forma en que se difundió la información durante siglos antes de que la prensa se convirtiera en el principal canal de información».