En la estrategia de diversificación de fuentes de ingresos, la venta directa es una de las aspiraciones de muchos medios. Aunque ciertamente muchos periódicos tienen algo parecido a su propio ecommerce, son pocos los que sacan una gran rentabilidad, ya que se limitan a vender portadas del periódico, dietarios o alguna cosa más.
La puesta en marcha del ecommerce de The New Yorker, que acaba de estrenarse, puede servir de ejemplo a los medios que aún no explotan bien esta fuente de ingresos. La nueva tienda de The New Yorker ataca, entre otros, varios flancos:
- Explotación del talento de algunos de sus más destacados trabajadores, en la línea de lo que publicábamos ayer en Laboratorio de Periodismo de que es necesario monetizar el talento propio de los medios.
- Aprovechamiento de sus mejores portadas como elemento decorativo en distintos elementos
- Venta de cualesquiera otros productos licenciados, esto es, con el sello de The New Yorker, confiriéndoles exclusividad y prestigio
Explotación comercial de los productos de sus más destacados trabajadores
El periódico no es, en el día a día, un espacio propicio para que dibujantes, fotógrafos y otros trabajadores del medio puedan ir más allá y realizar trabajos destinados a su venta. Pero sí lo es el ecommerce. Fotografías, dibujos, libros recopilatorios y otros elementos tienen salida en el ecommerce de un periódico. The New Yorker, por ejemplo, ha puesto a la venta trabajos de sus más afamados dibujantes y viñetistas, entre ellos Roz Chast, Brooke Bourgeois, Brooke Bourgeois y otros. Las viñetas o dibujos pueden comprarse en distintos tamaños y formatos.
Aprovechamiento de sus mejores portadas como elemento decorativo
Las portadas de The New Yorker son en muchas ocasiones verdaderas obras de arte. En el ecommerce de The New Yorker se venden en distintos formatos, tanto las históricas como las más modernas, bien como metal, lienzo o acrílico, con distintos tamaños, para decorar despachos, oficinas o viviendas.
Venta de cualesquiera otros productos licenciados
La marca es un reclamo de ventas. En muchas ocasiones, ser lector de un periódico implica sentirse parte de la filosofía que transmite, sea por la calidad de sus contenidos y sus puntos de vista, o por (también) su filiación política. Aprovechar este poder de la marca para que aparezca en infinidad de productos de uso cotidiano es lo que más explota la nueva web de The New Yorker, que vende tanto prendas de ropa (desde calcetines hasta gorros o camisetas), hasta objetos de uso cotidiano como cuadernos de notas, fundas para iPhone, tazas de café, paraguas, toallas y, por supuesto, bolsos, que es uno de los emblemas de este medio y que ya comercializa desde hace tiempo.
Aparte del uso de la marca, los clientes pueden comprar también una sudadera con el leal perro de caza del dibujante George Booth, una baraja de naipes del dibujante Edward Steed e incluso comprar lápices hechos a mano por Musgrave con una caja diseñada por el artista de portada Joost Swarte, reforzando el primer punto que indicábamos, de explotar el talento de sus colaboradores o trabajadores.
El bolso que ya es un icono en Nueva York
El director creativo de The New Yorker, Nicholas Blechman, en declaraciones a Publishers Daily, comentaba: «La idea detrás de la tienda es aprovechar el éxito del icónico bolso de mano de The New Yorker, que veo dondequiera que voy: en las calles de Brooklyn, en el Green Market [uno de los mercados más famosos de Nueva York, en Union Square], incluso en Berlín. The New Yorker y, por extensión, estos productos son para los curiosos, para los amantes del gran diseño y para aquellos que buscan un poco de fantasía».