La portada de la sección especial sobre el verano.

La portada parecía inofensiva: una niña sonriente sumergido en una piscina bajo el titular “Heat Index: Your Guide to the Best of Summer”. Era domingo, 18 de mayo. A simple vista, se trataba de un suplemento estacional más, incluido en la edición impresa del Chicago Sun-Times, uno de los periódicos con mayor arraigo de la ciudad. El contenido, sin embargo, no fue lo esperado. Y lo que en principio parecía una simple recopilación de recetas, consejos y lecturas veraniegas terminó convirtiéndose, en cuestión de horas, en un caso de estudio sobre cómo la inteligencia artificial —mal supervisada y peor comunicada— puede dañar la credibilidad de una redacción entera.

De los 15 libros recomendados en ese número, 10 no existían. Las descripciones eran falsas. Los autores, reales. El responsable del texto, un colaborador externo de la agencia King Features, había utilizado una IA generativa para producir el listado y lo había enviado sin ninguna revisión. El suplemento, incluido en la edición dominical del Sun-Times, fue distribuido a miles de suscriptores. Ningún periodista del medio lo había leído antes de su publicación. Ni siquiera se había advertido que el contenido no procedía de la redacción. Durante un día completo, nadie detectó el engaño.

El 404 Media localizó al autor del texto, Marco Buscaglia, un extrabajador del grupo Tribune que admitió abiertamente haber recurrido a una IA para redactar el contenido. La noticia corrió por redes sociales y medios especializados, y convirtió al Sun-Times en el ejemplo perfecto de lo que puede salir mal cuando se recurre a la inteligencia artificial sin control. Pero el grupo propietario del periódico, Chicago Public Media, no ha querido cerrar el episodio como un error aislado. Una semana después, su directora ejecutiva, Melissa Bell, ha hecho pública una revisión completa del caso, que incluye una asunción explícita de responsabilidades, una autocrítica poco habitual y una batería de lecciones que afectan tanto al uso de tecnologías generativas como a la estructura de decisiones en los medios locales.

Cinco errores, un mismo resultado

La reconstrucción de Bell identifica hasta cinco errores humanos encadenados. El primero, el más evidente: un redactor que utiliza inteligencia artificial para escribir una sección sin comprobar el resultado. El segundo: una agencia intermediaria —King Features, filial de Hearst— que distribuye el contenido sin editarlo ni verificarlo. El tercero: la falta de revisión interna por parte del equipo de circulación del Sun-Times, que confió en que el sello de la agencia garantizaba estándares suficientes. El cuarto: la decisión de distribuir el suplemento bajo la cabecera del periódico sin advertencia ni atribución. El quinto, asumido por la propia Bell, fue no haber investigado en profundidad estos suplementos cuando accedió al cargo en septiembre de 2024 y aprobó su continuidad para no comprometer ingresos.

Más allá de las decisiones individuales, Bell reconoce que el origen de todo está en una lógica de rentabilidad a corto plazo. “Intentamos encontrar soluciones creativas que nos permitieran mantener los ingresos mientras avanzamos en nuestra transición digital”, explica. Los suplementos dominicales de contenido externo —que habían comenzado meses antes con ediciones sobre recetas y celebraciones navideñas— se concebían como un añadido visualmente atractivo, con potencial comercial, que liberaba recursos internos de la redacción. Pero en la práctica, el resultado fue un producto genérico, desvinculado del contexto local, y que en este caso cruzó el umbral de la falsedad.

Política de inteligencia artificial: el periodismo no la puede improvisar

A raíz del escándalo, Chicago Public Media ha tomado una decisión tajante: se prohíbe el uso de agentes de IA para redactar artículos informativos. La organización seguirá explorando usos posibles de estas herramientas —como la mejora de procesos internos o la automatización de tareas rutinarias— pero siempre bajo revisión humana, con normas claras y con transparencia ante la audiencia.

Para ello se ha creado un Comité de Supervisión de Inteligencia Artificial, en el que participarán perfiles de las redacciones, los equipos legales, los departamentos de producto y patrocinio, y las áreas de datos y tecnología. Este comité tendrá como tarea redactar una política definitiva sobre el uso de IA en el grupo, a partir del borrador ya existente, que incluye criterios sobre cuándo debe informarse al lector del uso de herramientas generativas, qué tipos de contenido pueden admitirse y qué niveles de revisión son obligatorios.

En paralelo, se han modificado los protocolos para contenidos de terceros. A partir de ahora, cualquier suplemento externo deberá ser revisado por el nuevo equipo de estándares editoriales, deberá identificar claramente su procedencia y nunca podrá presentarse como contenido original del Sun-Times. La relación con King Features se mantendrá exclusivamente para pasatiempos y tiras cómicas; no volverán a aceptarse suplementos editoriales.

El daño a la redacción: un equipo premiado, avergonzado por un error ajeno

Bell subraya un aspecto que ha pasado desapercibido en muchos de los análisis del caso: el impacto interno en el equipo periodístico. En los días posteriores a la publicación del suplemento, la redacción no solo recibió críticas externas. También vivió una mezcla de frustración, vergüenza e impotencia. “Fue un día muy duro para nuestra gente”, reconoce Bell, que recuerda que ese mismo equipo ha recibido recientemente galardones como los premios Edward R. Murrow, Peter Lisagor o los NABJ Salute to Excellence.

Frente a esa contradicción —una plantilla reconocida por su trabajo rigurosamente humano, envuelta en un escándalo de contenido artificial— la organización ha optado por reforzar su apuesta por el periodismo local. “Nuestro producto son nuestras personas”, afirma Bell, que insiste en que el periodismo no se puede delegar a sistemas automáticos ni subcontratar sin control. “No vamos a salvar este oficio con soluciones que erosionan la confianza”.

Más allá del caso: la humanidad como ventaja competitiva

Una semana antes del incidente, el Sun-Times fue noticia por otro motivo: su portada “Da Pope!”, con motivo del nombramiento del nuevo pontífice, se volvió viral gracias a su tono popular y a una foto del hermano del Papa sosteniendo el periódico con orgullo. “No lo hizo una IA. Lo hicieron editores discutiendo entre ellos, buscando cómo reflejar el momento con voz propia”, recuerda Bell. Esa es, en su opinión, la verdadera ventaja competitiva del periodismo local: ser una voz humana, con contexto, matices y responsabilidad.

El caso del Sun-Times pone sobre la mesa dilemas que afectan a toda la industria: cómo gestionar la tentación del contenido barato y rápido, cómo equilibrar ingresos con estándares editoriales y cómo convivir con tecnologías que pueden ser útiles, pero también peligrosamente opacas. Para Bell, la única forma de avanzar es asumir que el error no está solo en la herramienta, sino en cómo se decide usarla. “Si seguimos culpando solo a la tecnología, nunca nos haremos cargo de la solución”.

Ahora, el grupo se prepara para publicar su política definitiva de IA, abierta a revisión pública. Y mientras tanto, trabaja para reparar los vínculos con sus lectores, empezando por lo más básico: reconocer el error y explicar cómo se evitará en el futuro.

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