Equipo investigador. De izquierda a derecha: Roncesvalles Labiano, Aurken Sierra, María Fernanda Novoa y Alfonso Vara.

Tres de cada cuatro españoles consideran que el periodismo cumple un papel fundamental en la democracia. Lo hace, según perciben, mediante su función informativa, su labor de vigilancia del poder y su capacidad para facilitar el debate público.

Esta percepción, que podría interpretarse como una defensa del periodismo frente al ruido digital, contrasta con un contexto informativo marcado por la fragmentación, la evasión y la pérdida de confianza, según se desprende del Digital News Report España 2025, publicado por la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra, en el marco del proyecto global que coordina el Instituto Reuters de la Universidad de Oxford.

El 57% de los encuestados en España identifica a los políticos nacionales como una fuente destacada de desinformación. Se trata de la cifra más alta de los 48 países analizados, diez puntos por encima del promedio. A ellos se suman los políticos extranjeros (45%) y las personalidades de internet e influencers, que también son vistos como fuentes relevantes de contenidos engañosos. Frente a esta amenaza, los medios tradicionales se mantienen como la fuente más citada para verificar la información (34%), por delante de las fuentes oficiales (31%) o de los servicios de verificación especializados (23%).

La preocupación social por la desinformación se refleja también en la percepción sobre las redes sociales: un 73% de los españoles las señala como canales significativos de propagación de noticias falsas. En este contexto, más de la mitad (51%) considera que las plataformas deben eliminar contenidos falsos o dañinos, frente a un 20% que aboga por la no intervención.

La evasión informativa crece: 1 de cada 3 españoles evita las noticias

Un 37% de los ciudadanos admite evitar de forma deliberada el contacto con las noticias. Este fenómeno, identificado como “evasión informativa”, se intensifica entre los jóvenes y entre quienes se ubican en los extremos ideológicos o declaran indiferencia política. Las razones más frecuentes para justificar este alejamiento son la desconfianza en los medios (35%), la saturación de contenidos (35%) y el impacto emocional negativo que produce el contacto constante con la actualidad (34%).

Esta tendencia convive con una confianza limitada: el 40% de los encuestados declara desconfiar de las noticias en general, frente a un 32% que afirma confiar. No obstante, la confianza mejora (hasta el 38%) cuando se pregunta por las noticias que cada persona consume personalmente.

La prensa local, el refugio más fiable

En un entorno mediático cambiante, los diarios locales y regionales aparecen como los medios con mayor índice de confianza: el 51% de los encuestados declara fiarse habitualmente de ellos. Además, un 47% muestra gran interés por las noticias de proximidad. Estas cifras superan notablemente los índices de confianza y atención dedicados a otras temáticas, como la política municipal (33%).

Las noticias más seguidas son las que afectan al día a día de los ciudadanos: sucesos y accidentes (52%), cultura local (45%) y asuntos de servicio público (44%).

Un ecosistema mediático cada vez más fragmentado

La televisión se mantiene como el principal canal de acceso a las noticias (54%), pero su peso disminuye frente a las redes sociales (46%), que son ya la principal puerta de entrada para el 28% de la ciudadanía. Los diarios impresos han reducido su audiencia a la mitad en seis años, pasando del 38% al 19%, mientras que la radio ha descendido del 27% al 18%. Las ediciones digitales de medios tradicionales han caído del 44% al 25%.

Este proceso de fragmentación responde, en parte, a la disparidad de intereses: quienes se declaran muy interesados en la actualidad siguen optando por medios tradicionales, mientras que aquellos con poco interés informativo se inclinan por canales no periodísticos.

Ruptura generacional en redes y auge del vídeo

Las redes sociales muestran una clara segmentación por edad. Entre los menores de 24 años, Instagram (28%) y TikTok (25%) son las principales vías de acceso a la información, frente a Facebook, WhatsApp y YouTube, más utilizadas por los mayores de 65 años.

El vídeo se consolida como el formato informativo más extendido: un 71% de los encuestados vio noticias en vídeo en la semana previa a la encuesta. YouTube, Facebook e Instagram captan cada uno en torno al 23% del visionado, mientras que TikTok lidera entre los menores de 35 años (34%). Para los mayores, predominan plataformas como Facebook (30%), YouTube (30%) y WhatsApp (24%).

La personalización informativa y sus riesgos

El 66% de los ciudadanos recibe noticias adaptadas a sus intereses, ya sea porque las seleccionan activamente (22%) o porque les llegan mediante algoritmos (44%). Aunque esta personalización es valorada por su utilidad (52%) y por ayudar a gestionar la sobrecarga informativa (47%), también genera inquietud. Un 62% teme perderse noticias relevantes y un 54% considera que puede contribuir a reforzar visiones sesgadas de la realidad.

Esta dinámica afecta también a la visibilidad de las marcas informativas: solo el 31% accede directamente a ellas, mientras que el 69% lo hace a través de intermediarios como buscadores, redes sociales, notificaciones o agregadores.

Inteligencia artificial e información: aceptación moderada, pero vigilante

España se sitúa en un nivel medio de aceptación frente a las noticias generadas por inteligencia artificial bajo supervisión periodística. Con una puntuación de 2,5 sobre 5 en el índice de comodidad, el país supera la media global (2,4) y se sitúa por delante del Reino Unido (2,0), Francia y Alemania. No obstante, el 48% de los ciudadanos declara sentirse incómodo con estas noticias, y un 79% de los que muestran desconfianza expresan un alto nivel de preocupación por la proliferación de bulos generados por sistemas automáticos.

La ciudadanía demanda que el uso de estas tecnologías se acompañe de garantías editoriales, transparencia y supervisión humana. Para los autores del informe, el reto consiste en integrar la IA sin debilitar el juicio profesional ni erosionar los estándares de calidad periodística.

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