María Gorosarri. Foto: Wikipedia Commons/ Tokikom, CC BY-SA 4.0

Un estudio llevado a cabo por la investigadora María Gorosarri, de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU), sugiere la necesidad de superar la visión meramente objetiva de la profesión periodística para pasar a un modelo proactivo que evite la perpetuación de estereotipos.

El trabajo, publicado en la revista Historia y Comunicación Social, defiende que el llamado “periodismo activista” —comprometido con la igualdad para las mujeres— puede mejorar la calidad de la información en todo tipo de coberturas, desde la sección de sucesos hasta la deportiva.

La autora advierte de que los valores tradicionales de neutralidad y distancia pueden dejar sin abordar la discriminación persistente en el discurso mediático. Su investigación, centrada en los últimos cinco años de publicaciones académicas, identifica la sobrerrepresentación de los hombres en torno al 74% de las noticias en España y la tendencia a invisibilizar a las mujeres. Como ejemplo, cita coberturas que otorgan un rol secundario a las protagonistas o que recurren a fuentes vecinales en casos de agresión machista, algo poco habitual en otros delitos.

Frente a esta situación, el análisis propone un cambio de enfoque que trascienda los códigos de buenas prácticas. En su lugar, plantea la necesidad de “erradicar los privilegios masculinos” que, según la filósofa Kate Manne, permiten a los hombres mantener ventajas injustas en la sociedad. Aplicado a la producción informativa, esto implicaría vigilar desde la selección de fuentes hasta el lenguaje empleado en los titulares.

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Tres niveles de conciencia y un modelo “activista”

La investigación describe tres estadios para explicar el grado de concienciación de las y los profesionales ante la discriminación. El primero es el “periodismo profesional”, que adopta la objetividad como principio pero no siempre garantiza una presencia equilibrada de voces femeninas. El segundo, el “periodismo con perspectiva de género”, reconoce que la desigualdad de las mujeres tiene raíces sociales, aunque su práctica en las redacciones a menudo se limita a la figura de una “directora de género”.

Por último, el “periodismo feminista” se define como un modelo “activista” que, además de informar, asume el compromiso de evitar estereotipos y mitigar la brecha de credibilidad que enfrentan las mujeres, por ejemplo, cuando denuncian agresiones. El texto menciona la creciente reiteración del adjetivo “presunto” al referirse a los casos de violencia contra ellas, un uso que puede restar peso a su testimonio.

Cobertura de la violencia y presencia vicaria

El estudio incluye ejemplos de noticias que refuerzan privilegios masculinos de manera sutil. En el caso de agresiones sexuales, se han detectado titulares que equiparan la agresión con “relaciones”, obviando la coacción, o que otorgan una relación posesiva al agresor (por ejemplo, “su mujer”). Asimismo, el uso de “presuntamente” suele multiplicarse en informaciones sobre violencia de género frente a otro tipo de delitos.

Otra práctica extendida es la “presencia vicaria” de las mujeres, que son definidas por su vínculo con un hombre (la mujer de, la novia de, la hija de). Este recurso sesga la cobertura y dificulta la identificación directa de las protagonistas femeninas, lo que limita su relevancia informativa.

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Más allá de la perspectiva de género

El documento examina también la adopción de secciones y editoras de género en importantes medios nacionales e internacionales. Aunque reconoce los logros en la mejora del estilo y la inclusión de temas tradicionalmente relegados, subraya que la implementación de esta figura no basta por sí sola para transformar la cultura periodística. En ocasiones, la dirección de género queda aislada del resto de la redacción, asumiendo una carga de trabajo que no se comparte con el conjunto de profesionales.

Para la autora, la vía más eficaz consiste en la sensibilización de todos los equipos, con el fin de que la igualdad no se interprete como una tarea añadida, sino como parte natural de la producción periodística. Esto requiere un enfoque integral: desde la selección de noticias hasta la redacción de titulares y el tratamiento fotográfico.

El texto menciona, además, la discriminación múltiple que afecta a las mujeres no blancas o con menor poder adquisitivo, insistiendo en la importancia de la perspectiva interseccional. Según las fuentes citadas, el periodismo “activista” debería hacer un esfuerzo añadido en reflejar la diversidad de experiencias y evitar el llamado “privilegio blanco”, que puede acentuar la marginación de otros colectivos femeninos.

Las investigadoras en este ámbito recalcan que, si no se atiende a factores como la raza o la clase social, el periodismo corre el riesgo de transmitir una idea de igualdad solo para un sector reducido de la población. El artículo califica este planteamiento de “brújula” para todos aquellos que quieran poner en práctica un compromiso real con la inclusión.

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Pronóstico y conclusiones

La publicación recoge estimaciones internacionales que sitúan el logro de una paridad efectiva en la cobertura mediática hacia el año 2087, de no implementarse cambios sustanciales. Bajo esta perspectiva, la investigación de Gorosarri propone un camino más rápido y eficaz: reconocer que toda producción informativa implica decisiones que pueden ampliar o reducir la brecha de género.

Las conclusiones insisten en que el periodismo feminista no renuncia a la objetividad; más bien, profundiza en ella con un método más crítico y responsable. Para la autora, el periodismo que oriente sus rutinas a la erradicación de los estereotipos y a la verificación de datos rigurosos mejora su calidad y credibilidad. De esta manera, la propuesta “activista” ofrece también un retorno positivo al medio, en términos de audiencia y reputación, al conectar con una realidad social que reclama equidad.

El debate suscitado por este estudio se mantiene abierto en ámbitos académicos y profesionales. Algunos medios han anunciado la revisión de sus libros de estilo y el refuerzo de la formación interna para periodistas en materia de igualdad.

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