Foto de Jonathan Kemper / Unsplash

El auge del uso de modelos de lenguaje como ChatGPT ha transformado la manera en que millones de personas redactan textos, investigan o elaboran documentos complejos. Sin embargo, un nuevo estudio del Massachusetts Institute of Technology (MIT) ha puesto el foco en los posibles efectos negativos de esta dependencia tecnológica: según los investigadores, apoyarse habitualmente en este tipo de herramientas puede deteriorar la capacidad de pensamiento crítico, debilitar la memoria e incluso reducir la actividad cerebral asociada a la escritura.

El estudio, titulado Your Brain on ChatGPT, ha sido desarrollado durante cuatro meses por el MIT Media Lab en colaboración con el Wellesley College y el Massachusetts College of Art and Design.

Según recoge Mashable, el experimento incluyó a 54 participantes divididos en tres grupos: uno utilizó ChatGPT para redactar ensayos similares a los del SAT estadounidense; otro recurrió a Google como herramienta de búsqueda; y un tercer grupo escribió los textos sin ningún tipo de asistencia tecnológica. En una cuarta sesión adicional, se cruzaron las condiciones: quienes habían trabajado con ChatGPT debieron redactar sin ayuda, y quienes no habían utilizado ningún recurso pasaron a usar el modelo de lenguaje.

La investigación midió la actividad cerebral de los participantes mediante electroencefalografía (EEG), analizó sus textos mediante procesamiento del lenguaje natural (NLP), y calificó los resultados con evaluadores humanos y sistemas automatizados. Las conclusiones revelan diferencias notables: los usuarios de ChatGPT registraron una caída significativa en la conectividad de la banda alfa, un patrón cerebral relacionado con la memoria, el lenguaje y la atención.

Además, este grupo mostró dificultades para recordar lo que había escrito: en la primera sesión, un 83 % fue incapaz de citar correctamente fragmentos de su propio texto, y ninguno acertó en sus citas. Incluso cuando ya no utilizaban ChatGPT, los participantes que lo habían usado previamente seguían mostrando un bajo rendimiento en la evocación de contenido, lo que sugiere que no llegaron a integrar cognitivamente sus escritos.

Aunque el estudio aún no ha sido revisado por pares, su autora principal, Nataliya Kosmyna, ha defendido su publicación urgente por el riesgo de que se tomen decisiones políticas sin datos concluyentes. En declaraciones a Time, Kosmyna advirtió sobre los posibles efectos negativos de introducir este tipo de herramientas en etapas educativas tempranas. «Me preocupaba que en seis u ocho meses un responsable político decida implementar GPT en infantil. Sería perjudicial», afirmó. Esta inquietud coincide con la reciente orden ejecutiva del expresidente Donald Trump para fomentar el uso de inteligencia artificial en las escuelas K-12 de Estados Unidos.

La investigación abre un debate relevante en torno al equilibrio entre aprovechar el potencial de la inteligencia artificial y preservar las capacidades cognitivas humanas, especialmente en contextos educativos y creativos.

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