José Manuel Noguera es uno de los más destacados investigadores sobre periodismo con los que cuenta la universidad española. Director del Departamento de Ciencias de la Comunicación de la UCAM (Universidad Católica de Murcia), es autor de decenas de publicaciones y varios libros. El último, Generación Efímera.

Noguera sostiene en la entrevista que sin modelo de negocio no hay producto que se sostenga, por bueno que sea, y que el periodismo ha tardado mucho en entender esta máxima. «Es mentira que la gente no quiera pagar por contenidos, lo que no hace nadie es pagar sin ver un valor diferencial. Y ahora mismo muy pocos medios pueden mostrar y demostrar ese valor en sus contenidos», indica.

PREGUNTA (P). La industria periodística y el periodismo, en general, están atravesando un momento crítico, por la falta de un modelo de negocio que permita pagar el periodismo de calidad. Hay proyectos esperanzadores, pero no parece que la situación pueda cambiar en el corto plazo y la situación, según incluso algunos directores, cada día se deteriora más. ¿Cómo ve actualmente la industria periodística, de qué males está aquejada desde su punto de vista y por dónde cree que puede ir la solución?

RESPUESTA (R). El periodismo ha tardado mucho en comprender que un buen producto, por muy bueno que sea, no se sostiene sin modelo de negocio. Ese es el primer mal, la falta de visión en una industria que no se ha preparado para el largo plazo y que no ha modernizado sus modelos de negocio. Y en un escenario como Internet donde crear un medio es relativamente barato, esto es más importante si cabe. Se sigue funcionando como hace cincuenta años, donde los medios eran pocos y el acceso a la información limitado, cuando ahora es todo lo contrario. Es mentira que la gente no quiera pagar por contenidos, lo que no hace nadie es pagar sin ver un valor diferencial. Y ahora mismo muy pocos medios pueden mostrar y demostrar ese valor en sus contenidos.

Otros males atañen al aspecto ético de la profesión, aquejado por pequeños vicios como el “clickbaiting” que, en sí mismo no tiene que ser negativo, pero que la mayoría de las veces se utiliza para mentir y para realizar falsas promesas sobre el contenido. Las noticias falsas son una característica del nuevo escenario y otro de los males que podrían citarse, pero aquí yo también veo una oportunidad para que los mejores medios y profesionales destaquen sobre el resto.

La solución la veo en dos ejes: primero empezar siendo pequeño y muy escalable. Segundo, formar parte de una red de medios similares al tuyo que aporten lo que tú no tienes. El proyecto El Salto, formado por más de veinte medios diferentes, es un ejemplo de esas redes de medios que me imagino en el futuro.

P. Las redacciones se adelgazan por la falta de ingresos y los periodistas séniors, los de mayor nómina, pero también los más experimentados, son los primeros sacrificados por la crisis. ¿Cómo puede hacerse un periodismo de calidad así? ¿De prolongarse la situación, qué panorama le espera a los medios?

R. Los medios se han igualado pero por abajo. Las grandes estructuras en efecto se deshacen de las nóminas más caras, que suelen coincidir con los periodistas más experimentados, mientras que los nuevos medios nacen de jóvenes recién graduados y, con suerte, de alguno de esos despidos con gente experimentada de otros medios. El panorama tiende hace ya varios años a muchos más medios, más pequeños, especializados y flexibles. A veces la descomposición de un medio grande genera este efecto red, como ocurrió con la desaparición del diario Público y los numerosos pequeños medios que surgieron con los ex periodistas de este periódico.

El periodismo de calidad se tiene que pagar, ahí sin duda nos falta cierta pedagogía hacia la audiencia, a la que le estamos exigiendo cosas que nunca nos hemos preocupado demasiado en enseñarles. Pero decir que el periodismo de calidad se paga no significa que lo tenga que pagar la audiencia; hay muchas fórmulas mixtas donde la marca del medio crece, se diversifica el modelo de negocio y el consumidor final no coincide con el cliente principal.

Si hacemos una analogía con la ecología podríamos decir que el ecosistema de medios se va a regular por sí mismo y los medios, como si fueran especies, sobrevivirán si se adaptan a su entorno. Ese entorno ahora mismo ya no depende únicamente de los contenidos porque el paradigma más importante ya no es el de la escasez de contenidos, ese entorno pide ahora requisitos tecnológicos, pero también éticos, participativos y de nuevos modelos de negocio.

P. Uno de los retos que tiene planteado el periodismo es el conseguir que los jóvenes lectores paguen por los contenidos. ¿Cómo se consigue interesar a esas nuevas generaciones que nunca han pagado, para que valoren el periodismo como algo que cuesta dinero desarrollar? ¿En qué están interesados, qué consumen o por qué estarían dispuestos a pagar?

R. Hay que fijarse en cómo están consumiendo contenidos ahora mismo los niños de diez o doce años. Si hay algo que no imagino es a un joven haciendo scroll vertical en un medio digital generalista para informarse; ni siquiera yo me identifico con esa imagen. así que mucho menos sirve para las nuevas generaciones de usuarios. Para los jóvenes la información ahora forma parte de un flujo de contenidos mixtos, donde también hay ficción, entretenimiento o humor, y claro, es muy difícil competir en ese escenario.

No veo imposible que los jóvenes paguen por contenidos, lo hacen con Spotify, Netflix y otras plataformas, lo difícil es que paguen por contenidos donde el único valor que se ofrece es la información. Habrá que ofrecer otro tipo de experiencias, o mejor dicho, habrá que ofrecer EXPERIENCIAS, en mayúscula, ligadas a ese consumo informativo, porque me temo que el orgullo de pertenencia no va a ser suficiente.

Respecto a qué les interesa, siempre ha habido soft y hard news, y públicos para cada tipo de contenidos. Lo que ocurre en un escenario donde crear un medio es tan barato y conseguir audiencia es tan difícil es que los nichos se multiplican y ahí adquiere tanto valor la fidelidad como la cantidad. Una pequeña audiencia fiel puede tener tanto valor para un medio como una gran audiencia, porque una audiencia fiel se convierte con facilidad en una comunidad.

Que la audiencia no pague es cierto bajo modelos muy tradicionales, pero tenemos ejemplos de todo lo contrario cuando esa audiencia observa un valor diferencial –que no tiene que estar basado en la información necesariamente-. Eldiario.es  en España o The Guardian en el extranjero están demostrando que la gente puede pagar por un medio de comunicación si se sienten orgullosos del proyecto o incluso partícipes.

P. Desde su punto de vista, ¿cómo se están adaptando los medios españoles a las nuevas generaciones, a sus hábitos de consumo, a sus preferencias? ¿Algún ejemplo que merezca la pena reseñar?

R. Si entendemos la innovación desde su visión más operativa, que es detectar y solucionar un problema, hay nuevos medios españoles que lo están haciendo muy bien con la verificación de noticias falsas (las llamadas Fake News) y han sido reconocidos internacionalmente. El ejemplo más claro de esto es el proyecto de Maldito Bulo, con periodistas que proceden de diferentes medios españoles. A principios de enero de 2018 la Comisión Europea quiso analizar cómo luchar contra las noticias falsas y encargó un informe a profesores, periodistas y medios de toda Europa. Los compañeros de Maldita fueron el único medio español invitado a formar parte de ese grupo. En esa línea, es muy importante que los medios hagan pedagogía, si quieres tener una audiencia más formada en el consumo de medios tienes que ayudar en esa formación, no puedes despreocuparte de ese tema y luego quejarte.

P. ¿Cree que se está, digamoslo así, “redsocializando” la información? Es decir, que los contenidos tienden a adoptar los formatos y estructuras de la información que se consume en Facebook y otras redes, para lograr más audiencia

R. Podría decirse así. Cuando publiqué en 2012 el libro “Redes y periodismo” el subtítulo era precisamente “Cuando las noticias se socializan”. Desde que el tráfico de usuarios lo dominan las redes sociales, especialmente Facebook, las noticias forman parte de un flujo dinámico de contenidos donde es muy complicado competir, porque la gran noticia del año aparece justo detrás del último meme de Eurovisión, un impactante vídeo de un safari en Kenia o el recordatorio de cumpleaños de tu mejor amigo. En ese escenario, horizontal y descontextualizado –es decir, socializado- tienen que competir ahora los medios. Una de las consecuencias lógicas es que los medios acaban copiando los lenguajes nativos de las plataformas donde sus contenidos están circulando.

P. Acaba de publicar el libro “Generación Efímera”, en el que analiza un fenómeno como es el de la comunicación efímera, protagonizada por una generación de jóvenes a la que se ha etiquetado como irresponsable por no reparar en el los peligros de regalar su privacidad, de entregar datos personales, incluso su imagen personal, a las redes. ¿Es verdad esa imagen, y en qué medida ese carácter efímero ha acabado contagiando también la producción de los medios de comunicación?

R. En línea con la respuesta anterior, el carácter efímero de los contenidos ha sido otra consecuencia lógica de que las noticias se hayan socializado y se consuman fuera de los dominios del medio que los publica. Respecto a los jóvenes, en “Generación efímera” es cierto que se describe un panorama mediático irremediablemente efímero, pero si se observan la mayoría de los testimonios que recoge la obra, podemos considerar que es un libro positivo.

Creo que el universitario medio es perfectamente consciente de cómo está usando las redes. Lo que nos puede incomodar es que su uso tenga un pacto de lectura diferente al que otras generaciones habrían hecho y, en segundo lugar, que el hecho de informarse no tenga un lugar preferente entre sus motivaciones. En cierta parte es lógico: la información, como parte de ese flujo dinámico de contenidos que son las redes sociales, ahora es algo que te encuentras mientras estabas haciendo otra cosa. Como apuntan algunas investigadores, ahora las noticias son un consumo “incidental”.

P. Por primera vez en España, el número de personas que acceden a medios online desde dispositivos móviles supera al de PC. ¿Cómo puede impactar esto en la estructura narrativa? ¿Vamos hacia un periodismo de textos cortos e impacto visual?

R. El consumo es móvil desde hace tiempo, la información debe ser ubicua y ligera de inicio para que pueda consumirse en trayectos cortos o como actividad secundaria de otra cosa. Será el usuario el de que decida el nivel de profundidad según el tiempo y sus intereses. Por tanto el desafío del medio es ofrecerle esas diferentes capas o itinerarios de navegación diversos. Efectivamente el vídeo o el impacto visual forman parte de esas primeras capas superficiales de cualquier información. El que quiere saber lo que ha pasado sólo necesita el vídeo. El que quiere una explicación busca un texto. Además no tiene nada que ver un vídeo pensado para TV que uno pensado para Instagram o Facebook. Duración, narrativa e incluso contenidos deben ser diferentes.

P. Hablemos un poco de la enseñanza universitaria. ¿En qué han cambiado los programas de formación periodística con respecto a hace 15 años?

R. Teniendo en cuenta lo difícil que es cambiar un plan de estudios universitarios creo que la adaptación ha sido razonablemente rápida y adecuada. Tal vez en algunos casos no lo parezca por el tipo de asignaturas, pero la formación del profesor universitario ha cambiado mucho y además las competencias tecnológicas del periodismo ya no son “tecnológicas” sino transversales a cualquier materia. Es decir, algunas asignaturas aunque se llamen igual no se imparten ahora igual que hace veinte años. Los temarios han cambiado, no son los mismos contenidos, o no deberían serlos.

P. ¿Se ha adaptado la universidad a la enorme transformación que está viviendo el oficio de periodista?

R. Los tiempos de la Academia, para bien y para mal, no son los de la industria. Y además la universidad española ha mirado mucho más a la industria de medios que esos mismos medios a la universidad. Pero eso no significa que la universidad española no esté haciendo grandes esfuerzos por adaptarse a los nuevos desafíos del periodismo. Podría citar a bote pronto una docena de colegas en diferentes universidades que están protagonizando experiencias fabulosas para preparar a los periodistas del futuro. Lo hacen en Galicia, Valencia, Murcia, Cuenca o Elche y pasa más desapercibido, pero si esos mismos proyectos vinieran de Nueva York, Chicago o Washington se nos caería la baba. Hay que quitarse un poco los complejos.

P. ¿Hay un riesgo real de que se dé más importancia al conocimiento de la tecnología que facilita el periodismo, que a los valores tradicionales del periodismo? Es decir, que se formen alumnos que saben mucho de analítica web, de SEO, etc., pero que hayan perdido bagaje cultural y capacidad de encontrar, contrastar, interpretar y contextualizar las informaciones

R. Como me decía un compañero no hace mucho, estamos a punto de quitarle el adjetivo de “digital” al periodismo, para dejarlo de nuevo en “periodismo” a secas, pero ese periodismo nunca volverá a ser el mismo que cuando le pusimos con tanta ilusión el adjetivo por primera vez.

Sería falso decir que hay menos bagaje cultural o menos capacidad para analizar el contexto porque se han metido demasiados contenidos sobre SEO, analítica web o tecnología en general. Desgraciadamente sigue habiendo muy pocos de esos contenidos que son cruciales para los nuevos perfiles, así que si fuera cierto que tenemos un alumno con menos capacidad para interpretar los hechos no sería por una supuesta crisis del periodismo, sino por el exceso de determinismo tecnológico en los planes universitarios en general.

La universidad no puede ser una fábrica de parados, pero tampoco su cometido puede ser convertirla en una Formación Profesional a la medida de lo que dicten cada año las empresas. Hay una peligrosa corriente en los últimos tiempos que le va quitando importancia en la educación a materias como la Filosofía, la Ética o la Historia. Es eso lo que estamos pagando ahora: el alumno de periodismo no tiene menos contexto porque da mucho SEO y analítica web, sino porque da poca Historia.

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