Un estudio reciente publicado en la revista Communication Research ha revelado que los periodistas afrontan un nuevo desafío en una época en la que la desinformación campa a sus anchas: las personas tienden a confiar menos en los periodistas cuando corrigen información falsa o desmienten afirmaciones, en comparación con cuando confirman que una afirmación es verdadera.
La investigación, titulada Whose Pants Are on Fire? Journalists Correcting False Claims are Distrusted More Than Journalists Confirming Claims, y realizada por Randy Stein y Caroline E. Meyersohn, de la Universidad Estatal de California, se enmarca en un contexto de creciente desconfianza hacia los medios de comunicación, un fenómeno que se ha intensificado en las últimas décadas.
La percepción de que el periodismo es parcial, sensacionalista y a menudo deshonesto ha llevado a que la confianza pública en la prensa haya disminuido significativamente. Para contrarrestar estas percepciones, muchas organizaciones de noticias han intensificado sus esfuerzos en la verificación de datos, con la esperanza de que una rigurosa verificación de la información pueda ayudar a recuperar la confianza del público. Sin embargo, la investigación de Stein y Meyersohn sugiere que estos esfuerzos pueden estar teniendo un efecto contraproducente.
La investigación se desarrolló a través de dos experimentos. En el primer estudio, 691 participantes fueron expuestos a una serie de ocho afirmaciones políticas o económicas, que abarcaban temas como las tasas de indigencia o la prevalencia del fentanilo en las muertes por sobredosis. Los participantes evaluaron la probabilidad de que cada afirmación fuera verdadera en una escala del 1 al 9.
A continuación, se les presentó una verificación de datos real que confirmaba o corregía una de las afirmaciones. Estas verificaciones fueron tomadas de un sitio web conocido por su estilo no confrontacional en la verificación de hechos (checkyourfact.com). Posteriormente, se pidió a los participantes que evaluaran su nivel de desconfianza hacia el periodista responsable de la verificación, así como su sorpresa ante el resultado del fact-check, la cantidad de evidencia que sentían que era necesaria para creerlo y si percibían la verificación como explotativa .
El segundo experimento siguió una estructura similar, pero se centró en afirmaciones de marketing sobre productos. En este caso, los participantes fueron expuestos a declaraciones como si ciertos productos alimenticios habían sido obtenidos de manera ética o si un truco de cocina en particular era efectivo. De nuevo, se les pidió que evaluaran su creencia inicial en la afirmación antes de ser expuestos a un informe periodístico que confirmaba o corregía la afirmación.
A diferencia del primer estudio, los informes en este caso no se etiquetaron explícitamente como verificaciones de datos, con el objetivo de determinar si el efecto de desconfianza persistiría sin dicha etiqueta .
Principales hallazgos y análisis
Los hallazgos de ambos estudios fueron consistentes: los participantes mostraron una desconfianza significativamente mayor hacia los periodistas que corregían afirmaciones falsas en comparación con aquellos que confirmaban la veracidad de las mismas.
Este efecto fue observado incluso cuando la corrección estaba alineada con las creencias previas de los participantes, lo que indica que la desconfianza no se debe únicamente a un conflicto entre la corrección y las creencias preexistentes del lector .
El estudio identificó tres razones principales para esta mayor desconfianza hacia las correcciones. Primero, las correcciones eran generalmente vistas como más sorprendentes que las confirmaciones, lo que puede deberse a que las afirmaciones negativas, como las correcciones, son menos comunes y, por lo tanto, más inesperadas en la comunicación cotidiana.
En segundo lugar, los participantes sintieron que las correcciones requerían más evidencia para ser creíbles en comparación con las confirmaciones, lo que sugiere un mayor nivel de escepticismo cuando los periodistas declaran que algo es falso.
Finalmente, las correcciones fueron percibidas como más explotativas, lo que sugiere que los participantes eran más propensos a pensar que el periodista estaba utilizando la situación para promover una agenda o ganar atención cuando corregía una afirmación en lugar de confirmarla .
Un aspecto particularmente interesante del estudio es que, incluso cuando las correcciones lograban cambiar las creencias de los participantes sobre una afirmación, estos seguían albergando más desconfianza hacia el periodista que proporcionaba la corrección. Esto indica que, aunque las correcciones pueden ser efectivas para alterar las creencias, simultáneamente pueden dañar la credibilidad del periodista que las entrega .
Este estudio plantea importantes implicaciones para el periodismo, especialmente en un contexto donde la corrección de la desinformación es vital para mantener una sociedad bien informada. La investigación sugiere que el esfuerzo por corregir información errónea puede, paradójicamente, socavar la confianza en el periodista, lo que representa un desafío considerable para las organizaciones de noticias que dependen de la credibilidad para mantener su audiencia .
Randy Stein, uno de los autores del estudio, señaló que “el mazo está realmente en contra de los periodistas (o cualquier persona) que intentan corregir la desinformación”, destacando que las comunicaciones negativas son mantenidas a un estándar más crítico y son recibidas con mayor desconfianza. Esto se debe en parte a un sesgo de negatividad, una tendencia psicológica que lleva a las personas a reaccionar de manera más fuerte y crítica ante la información negativa.
Perspectivas futuras y posibles soluciones
Aunque el estudio ofrece valiosas ideas, los propios investigadores reconocen sus limitaciones y sugieren áreas para futuras investigaciones. Por ejemplo, el estudio se centró en afirmaciones que los participantes inicialmente encontraron plausibles, lo que refleja los tipos de afirmaciones que son más susceptibles de ser objeto de desinformación. Sin embargo, no está claro si este efecto de desconfianza se mantendría para afirmaciones más extravagantes o fácilmente desacreditadas .
Los autores sugieren que futuros estudios podrían explorar formas de mitigar la desconfianza asociada con las correcciones. Una posibilidad es proporcionar información más detallada y evitar el lenguaje sensacionalista en las correcciones, o incluso enmarcar las correcciones en términos más positivos para reducir el sesgo de negatividad y aumentar la confianza en los periodistas . Además, también se podría investigar cómo la transparencia en el proceso de verificación de datos podría influir en la confianza, aunque los resultados actuales sugieren que la confianza depende más del resultado de la verificación que del proceso en sí.