Ramón Salaverría
Ramón Salaverría

Ramón Salaverría es uno de los profesores españoles de periodismo de mayor reconocimiento internacional. Es vicedecano de Investigación de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra, donde además es subdirector del Center for Internet Studies and Digital Life. Está especializado en la investigación sobre ciberperiodismo y medios digitales, temas en los que es un investigador muy referenciado. Su libro más reciente, Ciberperiodismo en Iberoamérica (2016), es un detallado análisis de la evolución de los medios digitales en los 22 países de América Latina, España y Portugal.

En esta entrevista con el Laboratorio de Periodismo de la Fundación Luca de Tena aborda principalmente los retos de las facultades de periodismo y detalla también algunas claves de la transformación digital del periodismo, tanto en lo que atañe a los contenidos como al modelo de negocio.

 

PREGUNTA. El cambio de los hábitos de los lectores ha modificado las habilidades que el periodista necesita para desempeñar con éxito su trabajo. Hablamos por ejemplo de SEO, escritura para móviles, tratamiento de datos, analítica para periodismo… ¿Hasta qué punto la universidad se ha adaptado para poder formar a los alumnos de periodismo en esas nuevas habilidades?

RESPUESTA. La industria periodística está evolucionando pero la propia universidad también. La implantación de los planes de Bolonia hace ya más de una década ha planteado una reestructuración de las enseñanzas en general y en particular del ambito del periodismo.

En general, la universidad ha tendido hacia un tipo de trabajo que es menos teórico y que se va enfocando más en cuestiones prácticas, pero al mismo tiempo se ha producido un fenómeno de multiplicación de facultades, de cierta dispersión. Por una parte, hay una mayor tendencia a estar al día en las tecnologías, en el desarrollo profesional, pero por otra parte no hay una concentración de masa critica suficiente en todas las universidades como para poder dar una  formación de calidad. Esto, como antesala.

Si, además, todo esto coincide con unos años de crisis que han afectado a la inversión en educación tanto en la universidad pública como en mi caso en la universidad privada, y todos nos hemos tenido que apretar el cinturón, aún se hace más difícil atender a las grandes demandas y los grandes desafíos que actualmente plantea la formación periodística para la industria. La industria periodística está cambiando, pero la propia  universidad está en un periodo de transformación.

P. Va bien encaminada esa transformación de la universidad para responder a esas demandas. ¿Qué sería necesario introducir para que se acerque más a las necesidades que actualmente plantea el oficio de periodista?

Hay una gran cantidad de enseñanzas que instruyen en destrezas, pero no se explora lo suficiente lo que son los nuevos lenguajes, los nuevos modelos, las estrategias… los aspectos más de fondo.

R. A mi modo de ver, lo que se está haciendo no termina de encajar del todo con lo que debería hacerse. Hay una gran cantidad de enseñanzas que instruyen en destrezas, pero no se explora lo suficiente lo que son los nuevos lenguajes, los nuevos modelos, las estrategias… los aspectos más de fondo. Los alumnos, en muchas ocasiones, poseen una serie de formaciones muy específicas, pero al mismo tiempo muy caducas, porque las tecnologías evolucionan con mucha rapidez, y mucho más de lo que lo hacían hace quince, veinte o veinticinco años atrás, pero no termino de estar convencido, en general, de que los alumnos tengan un criterio, unos valores, unos principios, una capacidad de innovación que les permita dar respuesta a lo que demanda la industria periodística.

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Tengo, por tanto, una sensación ambivalente: me da la sensación de que, efectivamente, las universidades de periodismo han incorporado en sus programas, como no podría ser de otro modo, todo lo que tiene que ver con las tecnologías digitales, pero su capacidad de aporte y sobre todo su capacidad de innovación para los grandes desafíos que tiene la profesión periodística es más limitado de lo que debería ser.

P. Uno de los comentarios que se dejan oír con relativa frecuencia en los staffs de los medios de comunicación sobre los estudiantes recién licenciados es precisamente que están incorporando ese bagaje tecnológico o de transformación digital a sus conocimientos, pero que por el contrario, están disminuyendo otros valores, digamos tradicionales, como la capacidad de contextualizar la información, incluso de poseer una buena redacción periodística o un correcto uso del lenguaje, o incluso de un modo más genérico, tener una amplia cultura general que permita crear relaciones o trasladar a los lectores cualquier información con más riqueza de matices. ¿Es posible encontrar un punto de equilibrio entre lo más perecedero y los valores tradicionales del oficio de periodista?

Cuando vacías las redacciones de experiencia, de oficio, luego es mucho más fácil que te encuentres con redacciones con menor criterio periodístico o con menor criterio para poder analizar adecuadamente las informaciones

R. Coincido con ese análisis, pero pienso que las empresas periodísticas tienen parte de culpa en ese fenómeno. En los últimos diez años hemos visto cómo gran parte de la veteranía periodística que atesoraban las redacciones se ha dilapidado porque las empresas periodísticas se han desecho de profesionales de gran valía y de trayectoria profesional, porque eran probablemente los profesionales más caros pero también los menos acomodadizos. Esto se nota. Es incuestionable que se tenía que terminar notando. Cuando vacías las redacciones de experiencia, de oficio, luego es mucho más fácil que te encuentres con redacciones con menor criterio periodístico o con menor criterio para poder analizar adecuadamente las informaciones y en cambio encuentres redacciones más funcionariales, más técnicas, pero que no tienen ese espíritu periodístico tan marcado.

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Encontrar ese equilibrio entre la actualización tecnológica y la preservación de los valores periodísticos tradicionales es uno de los grandes desafíos a los que se enfrentan actualmente tanto la universidad como las empresas periodísticas y tiene que ver con lo que decía antes: me parece que la mera instrucción técnica y el dominio de una serie de herramientas, por sí mismas, no te llevan a ninguna parte. Es necesario también aprender los valores y las estrategias y los principios esenciales del periodismo y sobre estos basar todo lo demás. Basar la instrucción periodística en tecnología me parece que es un error de partida.

P. La crisis ha dejado muchas redacciones vacías y con pocas posibilidades de que se cubran los vacíos que los ERE y despidos han causado, al menos de momento; la percepción del trabajo del periodista no mejora en las encuestas;  las fake news crean un estado de confusión que arrastra también por desgracia al periodismo… ¿Qué estado de ánimo se respira en las aulas de periodismo de las facultades?

R. Es cierto que la crisis afecta, pero también es verdad que muchos alumnos ya se forman en periodismo sabiendo que hay muchas más opciones que trabajar en una redacción, como gabinetes o comunicación corporativa. Saben que buena parte de los puestos que se van a cubrir no responden al trabajo periodístico tradicional. Aunque es verdad que sigue existiendo una serie de alumnos que están enfocados en el periodismo como lo conocemos. Luego está el fenómeno del autoempleo, que es también una opción que ha ido cobrando fuerza. El abanico de posibilidades se ha abierto y es mucho mayor que antes, cuando estaba más enfocado o casi todo enfocado al periodismo en medios de comunicación.

Impacto de la tecnología sobre la estructura narrativa y los formatos largos

P. Fuera ya del entorno académico, abriendo un poco el foco y entrando brevemente en el impacto que la tecnología pueda tener sobre los contenidos, quería preguntarle si considera que el hecho de que el acceso a la información vaya a ser mayoritariamente a través del móvil y que el declive de soportes como el papel sea tan acentuado, puede acabar con los formatos largos e ir imponer una estructura narrativa de artículos de poca extensión y párrafos cortos.

R. No creo que el periodismo móvil signifique la muerte de los formatos tradicionales. La forma de representar el contenido es distinta: hay más plataformas y el contenido está más diversificado. Se consume la información en un entorno de múltiples pantallas. Se trata de un nuevo escenario y esa diversificación irá creciendo a medida que se vayan incorporando nuevas pantallas.

Además, se está demostrando que los tiempos de lectura a través de dispositivos móviles están aumentando. No parece que el periodismo más reposado vaya a acabar, sino que está habiendo una evolución. Por ejemplo, el peso de los datos, la representación de esos datos, es ya mucho mayor que antes y seguirá creciendo. Hay una evolución, pero no necesariamente creo que vaya a haber una desaparición de formatos largos, sino una evolución.

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P. ¿Y a la prensa escrita, qué futuro le ve?

R.  No creo que la prensa escrita vaya a desaparecer. En el siglo XX fue el medio hegemónico. Es verdad que había una gran masa que veía la televisión, pero la opinión pública la configuraban los diarios impresos. Hasta finales de los 90, los grandes temas salían en los periódicos. Ahora, en el siglo XXI, los periódicos escritos ya no son el medio, en singular, sino un medio más. Es evidente que han perdido la hegemonía, y probablemente se conviertan en un elemento de nicho, para un sector o un perfil concreto de lector, pero no creo que el periódico impreso vaya a desaparecer.

P. Una última cuestión, en este caso sobre el modelo de negocio de la prensa. La enfermedad está sobradamente diagnosticada: la publicidad digital no compensa la caída de la que se pierde en papel, ni las suscripciones digitales cubren la inexorable pérdida de ventas de ejemplares en el quiosco. La diversificación de negocio no acaba de despegar: las suscripciones digitales en España parece que no son la opción y no se instauran, otras alternativas como el “branded content” no son escalables y sólo pueden mantenerse en un porcentaje de ocupación bajo del periódico, los eventos están ya saturados… ¿Cuál es la solución?

R. Sí que se han probado modelos de pago en España. Lo hizo El Pais y otros medios, pero la forma en que se aplicaron se demostró que no era válida o que no se percibía como de valor. El problema es que no se puede ser excelente en todos los ámbitos: la economía, la política, los deportes… Eso es muy complicado. Para que un modelo de pago funcione, entre otras muchas cosas, es preciso concentrarse en aquello que se pueda ofrecer con mucha calidad y con un valor diferencial. Es imposible mantener la hegemonía en tantos frentes y, además, oímos muchas veces hablar de periodismo de calidad y de las quejas por el fenómeno de las fake news, pero bastantes medios abusan del contenido patrocinado, y ese no es precisamente el camino hacia el periodismo de calidad. Hay que mejorar ese modelo de pago y centrarse en esa especialización en la que se aporte un valor añadido. No creo que sea inviable un modelo de pago por contenidos en España, sino que los modelos que se experimentaron a gran escala no fueron tal vez los apropiados.

 

Foto: Conversacionescones. Autor: Álvaro García Fuentes

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