En un ecosistema mediático saturado de información, donde se desdibujan los límites entre el entretenimiento, la opinión y el periodismo profesional, el Pew Research Center ha abordado una pregunta fundamental: ¿qué se entiende por “noticia”? La investigación, realizada en el marco de la Pew-Knight Initiative muestra que, al menos en Estados Unidos, el concepto tradicional de noticia se ha visto erosionado por la proliferación de fuentes digitales y por una progresiva personalización del consumo informativo. El estudio revela que las percepciones del público sobre qué constituye una noticia no sólo difieren entre individuos, sino que a menudo entran en conflicto con sus propios hábitos y creencias.
El estudio se basa en tres fuentes principales: un panel cualitativo con 57 adultos, una encuesta nacional a 9.482 personas y entrevistas en profundidad a 13 periodistas. A partir de estos datos, Pew detecta tres características constantes en las definiciones de noticia: la información debe ser factual, actualizada y relevante para la sociedad.
Sin embargo, emergen también criterios subjetivos: muchos participantes identifican como noticia aquello que les afecta personalmente. Por ejemplo, un joven en sus veinte definió la noticia como “la información que me importa y afecta a mi vida cotidiana”. Esta tensión entre relevancia social y relevancia personal es uno de los ejes del informe.
Las percepciones también establecen una línea clara entre hechos y opinión. El contenido basado en interpretaciones, comentarios o procedente de fuentes no profesionales (como youtubers o amigos) es visto con recelo. Como resume Kimi Yoshino, directora de The Baltimore Banner, “la noticia está basada en hechos y es reportada; no es una opinión o una interpretación”.
Temas que dividen: guerras sí, celebridades no
El informe muestra un consenso en torno a ciertos temas como ejemplos claros de “noticia dura”: un 66 % de los encuestados considera definitivamente noticiables las actualizaciones sobre elecciones y un 62 %, la información sobre la guerra en Gaza. En contraste, solo un 3 % considera como noticia definitiva los contenidos sobre celebridades.
Temas como el deporte dividen a la audiencia. Para algunos es información clave; para otros, irrelevante. Un hombre de 40 años lo resume así: “Tal vez para mí que un futbolista haya marcado un gol es noticia, pero no lo es para quien no sigue el fútbol”.
Las noticias locales, los accidentes, o los logros comunitarios tienden a percibirse como menos noticiables, salvo cuando afectan al entorno inmediato de los receptores.
La fuente importa: credibilidad y confianza
En la evaluación de qué constituye una noticia, la fuente es determinante. La mayoría confía más en artículos de medios tradicionales, incluso si estos aparecen en redes sociales, que en vídeos de YouTube o publicaciones personales. La mención de “noticia” en el contenido, la presencia de un logotipo reconocido o la verificación de la cuenta en plataformas como X (antiguo Twitter) influyen en la percepción de credibilidad.
Aun así, el estudio refleja un escepticismo creciente. Un participante señalaba: “Ya no escucho a medios como CNN o MSNBC, siento que no me ofrecen la verdad”. Otros, incluso siendo conservadores, buscaban deliberadamente fuentes con sesgos opuestos para contrastar la información.
El 55 % de los encuestados considera importante que sus fuentes compartan su visión política. Y aunque tanto demócratas como republicanos manifiestan esta preferencia, son los independientes quienes menos valoran esta alineación ideológica.
El papel de las redes sociales: terreno difuso entre información y entretenimiento
Las redes sociales son un espacio donde las líneas entre noticia y no-noticia se vuelven especialmente borrosas. Los usuarios toman decisiones casi instantáneas sobre la veracidad y el valor informativo de lo que ven, basándose en indicadores como el titular, las imágenes, la fuente o los enlaces.
Un ejemplo revelador: una mujer de 30 años consideró una publicación de TikTok sobre la guerra en Ucrania como una noticia válida porque procedía de CBS. En cambio, otra participante desestimó un vídeo de Trump en un acto político porque “no ofrecía contexto” y no era “una historia periodística como tal”.
Aunque las redes han democratizado el acceso a la información, también han facilitado la sobrecarga y la desinformación. La calidad visual, los vídeos y las pruebas documentales suelen ayudar a que un contenido se perciba como más veraz, pero el informe alerta sobre los desafíos que plantea la proliferación de imágenes manipuladas mediante inteligencia artificial.
Las emociones ante las noticias: necesidad, saturación y desconfianza
El impacto emocional del consumo de noticias es ambiguo. Un 46 % de los estadounidenses declara sentirse informado con frecuencia gracias a las noticias, pero también afloran emociones negativas: un 42 % siente ira, un 38 % tristeza y un 27 % miedo.
El conflicto entre el deseo de estar informados y el malestar emocional que produce el contenido —especialmente relacionado con política, crimen o guerras— aparece repetidamente. “Necesito saber lo que ocurre en el mundo, aunque me deprima”, confesaba un hombre de 70 años.
El sentimiento de saturación lleva a algunos a evitar temporalmente las noticias. También hay quien siente que el contenido es manipulador o sesgado, lo que incrementa su desconfianza.
¿Qué quieren los ciudadanos de las noticias?
Al preguntar qué cambiarían del modo en que se presentan las noticias, las respuestas varían: desde quienes reclaman una cobertura más objetiva, centrada en hechos, hasta quienes desean contenidos más positivos o transparentes.
Algunos piden conocer la propiedad de los medios o los sesgos ideológicos de los periodistas; otros solicitan simplemente “menos malas noticias” o mayor equilibrio emocional. Sin embargo, como apunta el informe, existe una contradicción entre lo que la gente dice querer (información objetiva y sin sesgos) y lo que en realidad consume (medios afines a su ideología o contenidos emocionales).
El periodista como guía en un mar de información
Para los profesionales del periodismo entrevistados, el panorama actual supone un reto. La personalización, la viralidad y el análisis de clics influyen en qué historias se publican, a veces por encima del criterio editorial tradicional. Rebecca Hutson, directora de The News Movement, subraya que “a veces, lo que se considera noticia depende más del interés del público que del interés público”.
Jeffrey Goldberg, director de The Atlantic, recuerda que la función del editor es hallar historias que interesen y, al mismo tiempo, aporten valor social. Pero con una audiencia fragmentada y un entorno dominado por algoritmos, la autoridad del editor compite con la lógica del “trending topic”.