¿Es necesario reconstruir el periodismo, tal como lo entendíamos hasta ahora, para que pueda sobrevivir? ¿De qué forma puede reconstruirse?
A estas preguntas han tratado de responder Alan Rusbridger y Javier Moreno, ex director del diario británico The Guardian, y director del periódico español El País, respectivamente, en la sesión que ha dado inicio a la segunda jornada del Digital Media LATAM 2020, de WAN-IFRA, de la que Laboratorio de Periodismo de la Fundacion Luca de Tena es media partner.
Una de las medidas que más urge acometer, en esa necesidad de reconstruir el oficio, pasa, tal como coincidieron en aseverar ambos ponentes, por recuperar la confianza de los lectores en la prensa, que se ha desmoronado, «lo que es un problema muy importante si vives en un país democrático», indicó Moreno.
«Es muy urgente realmente», apunta Rusbridger. «El caos de información y el impacto que está teniendo sobre las democracias es un tema de preocupación para todos. En EEUU ha sido más prominente porque no asociamos esa falta de respeto por el periodismo a un país que se enorgullece de ser el faro de la libertad de expresión. Pero en todos los países estamos viendo el mismo patrón, no saber en qué creer, en qué confiar, qué es verdad y qué no lo es. Todos estamos sintiendo que las cosas no están funcionando si la sociedad no puede acordar qué es cierto y qué no es cierto. Esto, lamentablemente, se ha visto exacerbado por la crisis del COVID», y la urgencia es aún mayor.
Esa emergencia que vive el periodismo es una de las causas que ha llevado a Rusbridger a publicar dos libros en un breve lapso de tiempo, que precisamente tratan de recomponer esa situación. El primero de ellos, de hace un par de años, The Future Of News: The Remaking of Journalism and Why It Matters Now, y el nuevo, que se publica en unos días, News: And How To Use It, y en el que precisamente Rusbridger trata de desglosar qué es lo que el periodismo cree que está haciendo o da por sentado y en qué se queda corto para reclamar esa posición que quiere para sí mismo.
En esa búsqueda de soluciones, una de las causas que ha identificado Rusbridger por las que no se está logrando que en un momento de crisis como el actual la gente se refugie en el periodismo, radica en «la incapacidad de los periodistas en pensar qué es lo que hacen para que otros lo entiendan, porque nosotros mismos no entendemos lo que hacemos».
Para Moreno, una de las señales más preocupantes que se perciben «es que no tenemos ideas claras sobre cómo salir de este caos como periodistas. Si preguntamos a un periodista, probablemente argumente que el periodismo es un arte, y que es necesario volver a los fundamentos de nuestro oficio, que es el periodismo, y que eso es lo que nos va a salvarlo y eso no es suficiente».
Rusbridger: «Hay que ser más humilde para tratar de que la gente confíe en el periodismo»
Según Rusbridger, una de las medidas que puede ayudar a mejorar esa confianza en el periodismo es «ser más humilde. El periodista debe explicar mejor qué es lo que hacemos, y a la hora de generar confianza, recordar que estamos en el siglo XXI y no en el XIX o el XX. El mensaje no puede basarse en la premisa de que yo soy periodista y que por tanto tienen que creerme por ese solo hecho. No podemos esperar que se confíe en nosotros por quién somos sino por la forma en que estamos narrando las cosas. El punto de partida es muy básico: hay que asumir que el mundo ha cambiado en los últimos 15 años de una forma que no podíamos imaginar».
El ex editor de The Guardian también hizo hincapié en que, aunque se está viviendo un momento de verdadera crisis en la industria de los medios, recortar gastos «no nos va a llevar al éxito. Si uno trabaja con un CEO que cree que se puede recortar la nómina a los periodistas en un 20%, las cosas van a empeorar, habrá menos cosas que leer en el periódico, menos gente lo comprará, menos gente se anunciará con nosotros, y llegamos a la situación de que la gente dice que el periódico no vale la pena leerlo, que no encuentran nada de interés, y no pagan por él. Eso ya sabemos que no funciona. Ahí tenemos el caso de The New York Times, que siempre es citado como un caso de éxito. Es verdad que al hablar del New York Times hay que tener en cuenta ciertas particularidades, como que Nueva York es la ciudad más rica del mundo y son un mercado en sí mismo, pero conservaron una redacción muy grande y siguieron invirtiendo en sus productos informativos y se dieron cuenta de que la gente estaba dispuesta a pagar por esa información».
Volver a las facultades a explicar por qué es bueno estar informado
Otra de las soluciones apuntadas por Rusbridger es la formación. «Esto va a requerir una generación para corregirlo. Debemos empezar en las universidades con los programas de educación cívica y explicar por qué es una buena idea que las personas estén informadas para tomar mejores decisiones. Esa era la teoría en que nosotros nos educamos, era como un deber estar informado para tener una mejor sociedad, pero la gente ya no piensa así. Tenemos que volver a las facultades y decirle a las personas que tienen que identificar lo que es cierto y lo que no lo es, porque es importante saber esa diferencia. También es importante tener una sociedad que sea independiente y que pueda cuestionar el poder».
Un plan B para el periodismo
Rusbridger incidió también en la necesidad de tener un plan B para el periodismo. «Por supuesto -comenta el ex editor de The Guardian-, el plan A es que los lectores regresen y paguen, que recuperemos la publicidad y que las tecnológicas desfallezcan. Ese es el plan A, pero es posible que no suceda y hay que tener un plan B y ese plan B empieza porque la sociedad entienda que necesita tener una buena información. Somos un servicio público, como la policía o la energía. Nosotros prestamos un servicio similar. Si esas personas que prestan ese servicio no van recibir un pago del mercado, entonces hay que buscar otro tipo de estructura, bien por fondos sociales o de caridad, pero primero tenemos que comenzar mostrándoles el beneficio que le traemos al público. Creo que así es como tenemos que reconstruir la confianza: demostrando el trabajo que hacemos».