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Un análisis de 2.635 verificaciones realizadas por cinco agencias integradas en el hub IBERIFIER, publicado en la Revista Latina de Comunicación Social, concluye que los periodos electorales incrementan la vulnerabilidad del público a la desinformación.

Los resultados indican que los procesos electorales incrementan tanto la exposición del público a la desinformación como la presión sobre las agencias de fact-checking, que centran sus recursos en responder a las informaciones falsas vinculadas a la política. En el caso español, más de la mitad de las verificaciones en periodo electoral (52,1%) se encuadran en temas políticos, lo que reduce la capacidad para verificar otros tipos de bulos.

En Portugal, el peso de la política no es tan dominante, reflejando un ecosistema menos polarizado y con una atención más repartida entre asuntos como consumo o salud.

Estas conclusiones proceden de una investigación firmada por Santana Lois Poch-Butler (Universidad Rey Juan Carlos, España), Roberto Gelado Marcos (Universidad CEU San Pablo, España), Borja Ventura-Salom (Universidad CEU San Pablo, España) y Guillermo de la Calle Velasco (Universidad CEU San Pablo, España). El estudio ha contado con financiación europea en el marco del hub IBERIFIER y del Observatorio Europeo de Medios Digitales (EDMO).

El trabajo se publica en un momento en el que diversas investigaciones internacionales subrayan el impacto de la desinformación sobre la confianza ciudadana, la polarización y la calidad del debate democrático.

La comparación entre España y Portugal se justifica por el interés que el entorno ibérico ha despertado en las instituciones europeas, que han impulsado el proyecto IBERIFIER para combatir la desinformación.

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El análisis abarca un periodo entre el 16 de enero de 2022 (inicio de la campaña portuguesa) y el 23 de julio de 2023 (fecha de las elecciones generales españolas), lo que permite comparar procesos electorales y fases de campaña permanente.

La investigación se ha basado en 2.635 verificaciones realizadas por cinco agencias de fact-checking con el sello de la International Fact-Checking Network (IFCN) e integradas en IBERIFIER. Las entidades incluidas han sido Maldita, EFE Verifica, Polígrafo, Verificat y Newtral. Cada una ha aportado verificaciones siguiendo criterios consensuados para garantizar coherencia en la clasificación temática, el tipo de desinformación y las fuentes analizadas.

La recogida de datos se ha realizado mediante una API que centraliza las verificaciones, codificadas con categorías temáticas (20 posibles), tipologías de desinformación (9 variantes) y canales de difusión (redes sociales, mensajería, webs, etc.). El análisis ha combinado técnicas cuantitativas (estadística descriptiva con SPSS) y cualitativas (análisis del discurso y entrevistas en profundidad a verificadores).

Principales resultados cuantitativos

  • Temática predominante: en España, la política representa el 28,8% de las verificaciones totales, y en periodo electoral este porcentaje sube al 52,1%. En Portugal, en cambio, la política alcanza solo un 8% de las verificaciones, por detrás de asuntos como consumo (11,6%) o social (10,6%).
  • Tipología de la desinformación: el contexto falso es la forma más frecuente (36,5%), seguida de la cita falsa (10,7%) y el contenido manipulado (9,7%). Estos patrones se mantienen en ambos países y en periodos electorales.
  • Canales de difusión: redes sociales y mensajería encabezan la propagación. En Portugal sobresale Facebook (76,3%), mientras que en España se reparte entre Facebook (27,1%), Twitter/X (26,4%) y WhatsApp (20,4%).
  • Formatos de los bulos: imágenes estáticas (25,3%) y vídeos (23,8%) suman casi la mitad de los contenidos verificados, seguidos por artículos (13,8%), tuits (12,6%) y publicaciones en Facebook (10,9%).
  • Volumen de verificación: España experimenta picos coincidentes con la campaña electoral, con una mayor actividad en meses clave (marzo, mayo-julio de 2023), mientras que Portugal mantiene un perfil más estable y menos condicionado por los comicios.
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Análisis del discurso y narrativas

La investigación cualitativa revela la presencia de narrativas importadas y recurrentes, utilizadas tanto en España como en Portugal. A menudo, la desinformación se dirige hacia colectivos vulnerables, como inmigrantes o la comunidad LGTBI, o se vincula a acusaciones de fraude electoral y manipulación del voto. Estas narrativas se adaptan al contexto nacional y a acontecimientos concretos —como la guerra en Ucrania o la pandemia— para reforzar su impacto.

En España, la atención a la política facilita que las narrativas electorales, como el supuesto fraude con votos por correo o el cuestionamiento de la legitimidad del recuento, adquieran especial protagonismo durante la campaña. En Portugal, las desinformaciones analizadas durante el proceso electoral de 2022 subrayan aspectos socioeconómicos y sanitarios antes que políticos, sin dejar de observarse también ataques a colectivos y críticas a la gestión gubernamental.

Los responsables de verificación entrevistados confirman la mayor intensidad de su labor en periodos electorales. Señalan que, al concentrar los recursos en política, disminuye la capacidad de abordar otras áreas. Asimismo, destacan la dificultad de llegar a un público que no siempre lee el contenido completo de las verificaciones y que se ve influido por la desinformación cuando esta se apoya en hechos reales mezclados con información engañosa.

Los verificadores apuntan a redes sociales y mensajería instantánea como principales canales y advierten del posible crecimiento de plataformas emergentes como TikTok. Además, señalan el reto de hacer llegar las verificaciones con formatos adaptados a entornos altamente visuales y volátiles.

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Perspectivas futuras

La investigación sugiere que el refuerzo de narrativas desinformativas durante elecciones puede servir no solo para movilizar o consolidar votos, sino también para preparar el terreno a alegaciones de fraude o manipulación tras el recuento.

Ante este panorama, futuras investigaciones podrían profundizar en el efecto directo de las desinformaciones sobre la intención de voto, así como en la eficacia de las estrategias de verificación en redes emergentes.

La limitación de recursos durante las campañas electorales y la tendencia a focalizarse en la política abren el interrogante de si, en contextos futuros, podrían quedar desatendidos otros ámbitos igual de relevantes.

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