La llegada de la inteligencia artificial generativa al mundo editorial ha generado una mezcla de entusiasmo y aprensión. Mientras algunos ven en ella una herramienta poderosa para optimizar la producción de contenido, otros temen que pueda llevar a la automatización masiva de empleos en el sector.
Un reportaje reciente de Journal Du Net, un medio que forma parte del grupo francés Figaro (editor de Le Figaro, entre otras marcas) explora, desde dentro, cómo los redactores están adaptándose a esta nueva realidad, aportando testimonios de redactores que están viviendo en primera persona esta transformación.
Uno de los aspectos más controvertidos de la irrupción de la inteligencia artificial en el mundo editorial es su potencial para desplazar a los trabajadores humanos. El reportaje cita a Olivia Lipkin y Eric Fein como ejemplos palpables de este fenómeno. Ambos eran redactores con carreras establecidas antes de encontrarse en una situación de desempleo que atribuyen directamente al auge de las tecnologías de IA como ChatGPT.
Olivia Lipkin era una redactora con sede en San Francisco que disfrutaba de una carrera estable hasta que fue despedida sin explicación alguna. Posteriormente, descubrió que su despido estaba vinculado a la decisión de su empresa de adoptar tecnologías de IA generativa como ChatGPT, que resultaban mucho más económicas que mantener a un equipo humano de redactores. Ahora, Olivia ha tenido que reinventarse y ha optado por una ocupación completamente diferente: pasear perros para ganarse la vida.
Eric Fein ha vivido una historia similar. También era un redactor, pero en este caso freelance, con una notable cartera de clientes, hasta que empezó a notar que la mayoría de ellos rescindían sus contratos. Al indagar más, descubrió que la razón era la misma: la adopción de ChatGPT como una forma más económica de generar contenido. Eric ahora se ha reconvertido profesionalmente y trabaja reparando aires acondicionados.
Estos dos casos, aunque podrían considerarse extremos, reflejan una realidad más amplia que ha sido corroborada por un estudio de Goldman Sachs. Según este informe, las herramientas de IA generativa como Bard y ChatGPT tienen el potencial de automatizar hasta un cuarto del mercado laboral global.
La adopción de la IA en el mundo editorial no solo plantea cuestiones éticas sobre el empleo, sino también sobre la calidad del contenido. En su búsqueda por reducir costes, algunas empresas están dispuestas a sacrificar la calidad, lo que podría tener implicaciones a largo plazo tanto para los consumidores de noticias como para la integridad del periodismo.
Pero tiene su parte positiva. A pesar de los defectos inherentes a la IA generativa, como la generación de respuestas obsoletas o sesgadas, los redactores están encontrando formas de adaptarse. Algunos están optando por un enfoque «híbrido», utilizando la IA para tareas específicas mientras mantienen el control editorial.
Alexandra Benhadadou, redactora web SEO freelance, considera que ChatGPT es más un asistente que un enemigo. «ChatGPT es bueno para ahorrar tiempo, obtener ideas o superar el bloqueo del escritor, pero no reemplaza el trabajo de un redactor calificado», afirma.
Paul Fabre, periodista web freelance, comparte una visión similar. «La IA no reemplazará nuestro trabajo, pero nos ayudará en nuestras tareas diarias», dice. Fabre distingue entre redactores que usan herramientas como ChatGPT para acelerar su trabajo y periodistas que priorizan la calidad y la profundidad en sus escritos. Según él, la IA puede ser una herramienta útil, pero no puede reemplazar la habilidad humana para investigar, contextualizar y analizar información.
Irène Giroux, también redactora web freelance, ve en la IA una oportunidad para mejorar. «Podemos ser redactores híbridos y ofrecer contenidos personalizados. Mantener nuestras habilidades de redacción ‘a la antigua’ es esencial, pero también debemos adaptarnos a esta nueva tecnología», señala. Giroux añade que la adaptación no es solo una necesidad, sino también una oportunidad para aquellos que están dispuestos a aprender y evolucionar.
El estudio de Journal Du Net pone de manifiesto que la IA generativa está lejos de ser una amenaza existencial para los redactores. Más bien, ofrece una serie de herramientas que, si se utilizan de manera ética y reflexiva, pueden mejorar la eficiencia y la calidad del trabajo editorial. Sin embargo, la adaptación a esta nueva realidad es clave, y los redactores deben encontrar un equilibrio entre la eficiencia que ofrecen estas herramientas y la calidad y la ética que definen su profesión.