El tratamiento informativo del suicidio puede tener un papel clave en su prevención si se aborda desde la sensibilidad, evitando el sensacionalismo, y ofreciendo alternativas y recursos de ayuda. Esta ha sido una de las principales conclusiones compartidas en la jornada sobre comunicación preventiva del suicidio, organizada por el Ministerio de Sanidad, en la que participaron profesionales de la salud mental, periodistas y personas afectadas, tal como recoge Infosalus.
Irene Caro, portavoz de la Sociedad Española de Psicología Clínica, defendió que hablar del suicidio desde la empatía permite ofrecer alternativas reales a quienes atraviesan momentos de crisis. “Lo esencial es partir de la conciencia de que hay alguien sufriendo”, apuntó, para después destacar que mostrar historias de personas que han encontrado apoyo puede animar a otras a buscar ayuda a través de recursos como el 024 o el 112.
Durante la jornada, se insistió en que quienes experimentan pensamientos suicidas no responden a un único perfil. Caro explicó que, cuando varias dificultades personales se acumulan, algunas personas sienten que no existen salidas, aunque en realidad sí las haya. En este contexto, los medios pueden tener un papel crucial si contribuyen a visibilizar soluciones y a generar esperanza.
La periodista Marta Nieto, autora del libro Habla y superviviente, fue crítica con la forma en que algunos medios informan sobre estos casos. Denunció la tendencia a simplificar las causas del suicidio y a ofrecer detalles innecesarios sobre el método o el lugar. “El tratamiento que se da puede ser dañino para las familias y no tiene en cuenta la complejidad del tema”, afirmó. También defendió la necesidad de incluir testimonios que ayuden a quienes se sienten aislados: “Si yo hubiera leído sobre alguien que vivía algo parecido, probablemente no habría intentado suicidarme”.
Juan José Escudero Barrera, presidente de la Asociación para la Prevención del Suicidio y de la Salud Mental, relató cómo la búsqueda de información fiable tras el suicidio de su hijo fue una experiencia frustrante y dolorosa. “Me encontré con artículos repletos de imágenes y relatos innecesarios. Tuve que dejar de leer”, comentó. Subrayó que ese tipo de contenidos no solo afectan a las familias en duelo, sino también a personas que atraviesan situaciones límite.
Consejos para los medios
La jornada sirvió también para presentar una serie de orientaciones dirigidas a periodistas. Cristina Martínez Vallier, representante de la asociación La Niña Amarilla, planteó que, salvo en casos con repercusión pública o relación con una causa social, no debería informarse sobre suicidios individuales. A su juicio, se debe evitar publicar noticias sobre intentos, rescates o fallecimientos de personas anónimas.
El periodista Gabriel González Ortiz, autor del libro Hablemos de suicidio, recordó que muchas veces son los familiares o asociaciones quienes piden que se informe cuando consideran que el fallecimiento responde a una injusticia o una situación social grave. En estos casos, recomendó consultar varias fuentes antes de señalar causas o responsabilidades, y siempre con respeto hacia las víctimas.
Otro aspecto destacado fue la frecuencia con la que llegan a las redacciones noticias de suicidios en espacios públicos. Según los expertos, la mayoría de estas informaciones no debería publicarse, ya que las familias suelen preferir mantener la privacidad. Cuando se trata de personas conocidas, señalaron que una cobertura adecuada puede evitar que otros imiten el acto o el método empleado.
Entre las recomendaciones presentadas se incluyó evitar la glorificación del acto, reducir al mínimo los detalles técnicos, emplear un lenguaje claro y sin connotaciones negativas, y recurrir a especialistas como fuentes informativas. Se desaconseja citar notas de despedida, así como aportar datos sobre el método o el lugar exacto del fallecimiento.
Además, se recomendó que las noticias incluyan siempre recursos y teléfonos de ayuda, y que se promueva una narrativa que transmita esperanza. También se instó a los medios a abordar el tema de forma transversal en distintas secciones —como Cultura, Economía o Educación— para no limitarlo al ámbito de la salud o la sociedad.
Por último, se alertó del riesgo que suponen las redes sociales, donde la información se difunde sin control ni verificación. Los profesionales recordaron que la responsabilidad informativa incluye también no replicar contenidos dudosos o inexactos que circulen en estos canales.