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El Centro Nacional de Discapacidad y Periodismo de la Universidad Estatal de Arizona acaba de llevar a cabo una importante actualización de la guía de estilo para periodistas que deben cubrir temas relacionados con la discapacidad.

La guía, que está también en español, ofrece información y consejos sobre casi 100 palabras o términos de uso común, desde “discapacitados” hasta “en silla de ruedas”.

“El lenguaje enmarca cómo vemos a las personas con discapacidades, y nuestras elecciones son importantes”, dijo Kristin Gilger, directora del centro. “Lo que estamos tratando de hacer es proporcionar una fuente de orientación e información autorizada y neutral que equilibre la necesidad de sensibilidad y precisión con el mandato periodístico de un lenguaje claro y de fácil comprensión para una audiencia general”.

En la guía, como punto de partida, se establecen cinco reglas básicas:

  • Mencionar la discapacidad únicamente cuando sea relevante para la historia y, cuando sea posible, confirmar el diagnóstico con una fuente de confianza, como un profesional médico u otro profesional autorizado.
  • Cuando sea posible, preguntar a las fuentes cómo les gustaría que las describieran. Si la fuente no está disponible o no puede comunicarse, preguntar a un familiar de confianza, a un representante, a un profesional médico o a una organización competente que represente a las personas con discapacidad.
  • Se debe evitar inventar palabras, a menos que se las use entre comillas en citas textuales o para referirse a un movimiento u organización.
  • Tener cuidado al usar términos como «trastorno», «deficiencia», «anormalidad» y «especial» para describir la naturaleza de una discapacidad. Las palabras «estado» o «afección» suelen ser un buen reemplazo y evitan emitir un juicio. Sin embargo, se debe tener en cuenta que no hay un consenso universal sobre el uso de estos términos ni mucho menos. «Trastorno» es un término de uso extendido en las referencias médicas, y lo mismo ocurre con «especial» en el contexto de la educación especial, así que puede haber momentos en los que sea apropiado usarlos, pero se debe proceder con mucha cautela.
  • Del mismo modo, no hay una buena manera de describir la naturaleza de un estado de salud. Como se explica en la guía, «alto funcionamiento» y «bajo funcionamiento» se consideran ofensivos. «Grave» transmite un juicio, «significativo» puede ser una mejor opción. Una vez más, proceder con cautela. Es un territorio cada vez más complicado.
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En la guía se dan pautas para el uso de numerosas palabras y cuando existe, se hace referencia al manual de estilo de AP. He aquí dos ejemplos de los muchos que pueden encontrarse en la guía, en concreto sobre el uso de demencia y depresión:

Demencia, senilidad

Contexto: «demencia» es un término general para un deterioro de la habilidad mental lo suficientemente grave como para afectar la vida cotidiana, según la Asociación de Alzheimer. La demencia no es una enfermedad específica; hace referencia a un amplio rango de síntomas. La enfermedad de Alzheimer es la forma más común de demencia. Según el Instituto Nacional sobre el Envejecimiento, otros tipos de demencia incluyen demencia con cuerpos de Lewy, trastornos frontotemporales y demencia vascular. El instituto manifiesta lo siguiente: «Es común que las personas tengan demencia mixta, una combinación de dos o más tipos de demencia. Por ejemplo, algunas personas tienen la enfermedad de Alzheimer y demencia vascular».

Otros diagnósticos médicos asociados con la demencia incluyen la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob, enfermedad de Huntington, enfermedad de Parkinson y síndrome de Wernicke-Korsakoff (conocido como «edema cerebral»).

Los síntomas comunes de todas las demencias incluyen pérdida de memoria, dificultad para realizar tareas complejas, dificultades de comunicación, cambios de personalidad y paranoia, según la Mayo Clinic. Además del componente cognitivo, muchos tipos de demencia incluyen síntomas físicos, como los movimientos anormales de los ojos de la enfermedad de Huntington o los temblores asociados a la enfermedad de Parkinson.

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Algunas organizaciones sugieren evitar los términos «demente», «demencial», «enloquecido», «senil» o «senilidad» para hacer referencia a una persona con demencia. Los términos «senilidad» y «senil» denotan afecciones causadas por el envejecimiento y a menudo son usados de forma incorrecta para aludir a la demencia.

Recomendación del NCDJ: haga referencia a una persona que tiene demencia únicamente si la información es relevante para la historia y está seguro de que existe un diagnóstico médico. Use «persona con demencia» en lugar de «demente» o «senil». Cuando sea posible, haga referencia a la enfermedad en particular, como «una persona con la enfermedad de Huntington». Cuando haga referencia a la enfermedad de Huntington o de Parkinson, use el término completo en lugar de solamente decir «Huntington» o «Parkinson».

Depresión

Contexto: la depresión se caracteriza por pérdida de interés en las actividades, fatiga persistente, dificultad para concentrarse y tomar decisiones, sentimientos persistentes de vacío o desesperanza, y hábitos alimenticios anormales, según el Instituto Nacional de Salud Mental. El nombre adecuado es «trastorno depresivo mayor». El instituto manifiesta que algunos diagnósticos relacionados incluyen trastorno afectivo estacional (caracterizado por el «inicio de la depresión durante los meses de invierno»), depresión psicótica (una combinación de psicosis y depresión) y depresión posparto (a veces experimentada por las madres después de dar a luz). Se solía denominar al trastorno bipolar como «enfermedad maníaco-depresiva», pero ya no más.

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Recomendación del NCDJ: haga referencia a una persona con depresión únicamente si la información es relevante para la historia y está seguro de que existe un diagnóstico médico. Si no hay un diagnóstico médico disponible, ponga el término entre comillas e indique que el diagnóstico no ha sido confirmado. Especifique el tipo de afección si se conoce. Los términos «deprimido», «deprimente» y «depresivo» son aceptables en otros contextos cuando la persona a la que se hace referencia no tiene una afección médicamente diagnosticada. Por ejemplo, «los resultados de la elección le parecieron deprimentes».

Estilo de AP: en el manual de estilo se sugiere nombrar la afección específica cuando sea posible, en lugar de hacer una referencia general.

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