La adopción de la inteligencia artificial generativa en el periodismo pone sobre la mesa cada día nuevas prácticas para las que se puede utilizar esta nueva herramienta. Pero muchas de ellas suscitan cierto debate sobre la conveniencia de su uso.
Es lo que ha sucedido en el grupo editorial francés Ebra, filial del Crédit Mutuel y uno de los principales grupos de medios galos, que ha iniciado un proyecto en la prensa diaria regional, en concreto en el periódico L’Est Républicain: la utilización de la inteligencia artificial (IA), específicamente el robot conversacional Chat GPT, para el tratamiento de los textos de sus corresponsales locales.
Al igual que en los periódicos del grupo Ebra, muchos periódicos locales cuentan con corresponsales no profesionales en multitud de municipios. Son personas que tienen afición por la escritura o por los asuntos públicos y desempeñan un papel fundamental en democracia, para que incluso en los municipios más pequeños puedan estar informados sobre lo que sucede en su ámbito más cercano, pero sus artículos en muchas ocasiones necesitan de una profunda reescritura.
De hecho, una de las tareas que más tiempo ocupa en los editores de periódicos con muchas corresponsalías es precisamente reescribir los artículos de los corresponsales. Una tarea, que ahora, podría hacer ChatGPT, y así lo está probando el citado grupo editorial.
Un proyecto que está generando dudas
Esta iniciativa, que se encuentra en una fase de prueba de tres meses, se centra en la edición local de Lunéville (Meurthe-et-Moselle), donde alrededor de quince artículos diarios son procesados por esta tecnología. Pero la puesta en marcha de este plan genera muchas dudas entre trabajadores y representantes de trabajadores, según recoge The Media Leader.
Según la dirección del grupo, el robot simplemente realiza trabajos de “corrección de contenidos”, pero Eric Barbier, delegado del Sindicato Nacional de Periodistas (SNJ), asegura que, en realidad “pedimos a la IA que reescriba los artículos de los corresponsales”. Más allá de una simple reescritura ortográfica o gramatical, se pide al robot que reescriba los artículos, los estructure, y “proponga títulos y ganchos”.
Los sindicatos aceptaron la realización de este experimento con la condición de que un experto pueda asistir a los dos últimos meses de la fase de prueba, pero ya discrepan de algunos de los usos. Por ejemplo, los artículos modificados con la ayuda de la IA deberían publicarse con una mención al respecto, pero según Eric Barbier, esto no ha sido así desde el inicio de las pruebas.
La implementación de la IA en la edición de artículos de corresponsales no profesionales ha generado cierto debate en sitios especializados. Por un lado, los defensores argumentan que esta tecnología ofrece una solución eficiente a la ardua tarea de corrección de estilo y gramática, habitualmente realizada por los editores locales.
Se plantea que la IA no solo mejora la calidad lingüística de los textos sino que también propone títulos y entradillas más atractivos, contribuyendo a la profesionalización y coherencia del contenido.
Potencial pérdida de la voz y el estilo único de los corresponsales locales
Por otro lado, los detractores advierten sobre los riesgos de una dependencia excesiva en la IA. La principal preocupación radica en la potencial pérdida de la voz y el estilo único de los corresponsales locales, aspectos fundamentales en el periodismo regional que aportan autenticidad y cercanía a las noticias, según sostienen. Además, se teme que la reescritura IA pueda traspasar la línea de corrección estilística para adentrarse en la alteración sustancial del contenido periodístico.
El debate ha generado también varias preguntas éticas y prácticas. ¿Hasta qué punto es aceptable que la IA, más allá de corregir errores gramaticales, intervenga en el estilo de la redacción periodística? ¿Cuál es el equilibrio entre mantener la esencia del texto original, con algunas correcciones hechas por editores humanos, y homogeneizar el tono y estilo de los periodistas para cumplir con los estándares periodísticos?
Desde el grupo editorial, ante el debate suscitado, han comunicado que no harán declaraciones sobre este proyecto antes del primer semestre de 2024 para tener “más perspectiva y poder extraer lecciones precisas”.