Foto de NOAA en Unsplash

El año que acaba ha marcado un punto de inflexión en lo que respecta al tratamiento informativo sobre la emergencia climática. Muchos periódicos internacionales, nacionales y, en su ámbito territorial, regionales y locales, han prestado mucha más atención que en años anteriores a fenómenos relacionados con los efectos del calentamiento global, y los principales periódicos han ido lanzando secciones o verticales expresamente dedicados a la crisis climática, sobre todo en el último cuarto del año, debido a la celebración de la vigesimosexta Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP26).

Antes o después de este hito, The Economist puso en marcha un podcast centrado en el clima, una campaña de marca y un evento de una semana; Financial Times y Bloomberg retiraron sus muros de pago para el evento, y el propio periódico económico británico había lanzado ya la sección Climate Capital.

Otros, como The Atlantic, habían lanzado ya a finales de 2020 secciones como Planet, un vertical y un boletín dedicado al periodismo climático, y ABC News y CNN han formado en 2021 nuevos equipos dedicados exclusivamente a informar sobre el cambio climático.

Pero más allá de esa ampliación de las coberturas, de la creación de secciones propias, quedan retos pendientes como, por ejemplo, entre otros, la transversalidad de la información sobre la crisis climática; es decir, que sus consecuencias no queden sólo en la sección del clima, sino que se traslade a todo el resto del periódico el hecho de que estos efectos de la crisis climática afectan a muchos otros temas del día a día. También queda a las redacciones aprender que bastantes de las noticias tienen un origen en la emergencia climática, y a veces se presentan como hechos aislados, descontextualizados.

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Este impulso creciente que ha tenido el periodismo climático en 2021 y los retos aún pendientes, pero sobre todo el interés que va despertando en los lectores, marcan 2022 como el año de la eclosión definitiva del periodismo climático.

Como cada año, Niemanlab ha iniciado la publicación de artículos de destacados representantes de la industria de los medios de comunicación y aledañas sobre las tendencias que habrá en 2022 en cuanto a periodismo, y entre las primeras opiniones llegadas, el periodismo climático ocupa un lugar destacado en cuanto a tendencia que eclosionará o se hará adulta en 2022.

Por ejemplo, Andrew Freedman, responsable de la información sobre clima y energía en Axios, no duda en titular su predicción como “Este es el año en que todos nos convertimos en reporteros climáticos”.

Andrew Freedman

Freedman asegura que “al igual que las mareas altas que invaden Miami Beach, la historia del cambio climático se está filtrando a las redacciones de los periódicos. El clima ahora es tanto una historia de negocios y política exterior como un tema científico. Los reporteros locales deben ser expertos en detectar los impactos climáticos en sus comunidades y contar historias sobre las personas afectadas por ellos. Los periodistas de negocios deben comprender los riesgos para la economía de los posibles activos varados, ya que las empresas de petróleo y gas tienen que cambiar, tal vez de repente, a las energías renovables, dejando muchas de sus valiosas reservas probadas en el suelo. Los reporteros de seguridad nacional ya están cubriendo los conflictos climáticos, pero es posible que aún no se den cuenta. Los riesgos geopolíticos de los impactos desestabilizadores del clima, incluido el estrés hídrico, la migración y las tormentas severas, significan que los reporteros extranjeros tendrán que ser conocedores del clima”.

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Nunca ha habido tantos recursos para ayudar a los periodistas a contar historias sobre el clima, indica Freedman. “Por ejemplo, los periodistas de investigación ahora pueden aprovechar los nuevos conjuntos de datos que vienen online de las empresas de satélites, como las mediciones de las emisiones de dióxido de carbono y metano. Al trabajar con los informadores de datos, esta información puede ayudar a identificar países e incluso ciudades y empresas individuales que no están cumpliendo con sus compromisos de reducción de emisiones“, concluye.

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