El proceso de lanzamiento de una newsletter pasa por distintas fases, y una de ellas es la definición de la estructura que tendrá, el esqueleto. Una vez definido el público al que nos dirigiremos con nuestra newsletter, qué valor añadido aportamos, qué problema resolvemos, etc., surge la necesidad de definir cómo se plasmará esa newsletter. ¿Apostamos por una estructura con muchas subsecciones? ¿Creamos una estructura en la que el texto fluya libremente con algún ladillo para separar partes? ¿Cuál es la estructura correcta?

Revue, la empresa de newsletters adquirida recientemente por Twitter, publica regularmente consejos sobre cómo mejorar un boletín, y se ha centrado específicamente esta semana en la estructura que debe tener una newsletter.

¿Cuál es la mejor estructura? Para Revue, la respuesta es “depende”. Algunos de los elementos estructurales “dependerán completamente de quién sea su lector y en qué situación esté leyendo su boletín”.

“¿Su lector es un viajero ocupado revisando los titulares antes del trabajo? ¿O es fin de semana y sus lectores están sentados ante una taza de té para leer toda la información más reciente sobre su tema favorito?”.

Según Revue, “puede adaptar la forma en que empaqueta su contenido para que sea conveniente para la mayoría de sus lectores, mejorando así su experiencia”, indican.

Ejemplo: Morning Brew

Por ejemplo, una newsletter como Morning Brew, “tiene una propuesta de valor súper clara”: que quien lo lea sea más inteligente en solo 5 minutos.

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“Las personas abren Morning Brew -indican desde Revue- para ponerse al día con las noticias comerciales mientras beben su café matutino. Con esto en mente, los creadores orientan al lector dentro del boletín informativo para que no pierda el tiempo averiguando dónde se encuentra en la página”.

La estructura, por lo tanto, se divide en distintos espacios muy definidos. Cada uno de esos fragmentos tiene una categoría o tema sobre el subtítulo y una breve explicación debajo.

Ejemplo de sección en Morning Brew

Morning Brew está construido con bloques como el anterior, y el resultado es un boletín informativo “inmensamente legible que ofrece información breve y no exige más tiempo del que necesita”.

Ejemplo: Weekly, de Ann Friedman

Sin embargo, si el objetivo del boletín es distinto, la estructura debe ser distinta. Por ejemplo, el boletín de Ann Friedman, que se publica semanalmente desde 2013, “tiene un sabor muy diferente. Está repleto de cosas maravillosas y la experiencia de leerlo es más exploratoria”, indican desde Revue.

Incluye secciones, “muchas de las cuales regresan semana tras semana con contenido nuevo bajo los mismos subtítulos, pero gran parte del valor proviene de hacer clic en los enlaces que Ann incluye en la sección “Estoy leyendo”.

Revue destaca esta sección de I’m reading a la hora de hablar de la estructura del boletín, “porque rompe las reglas de cómo hacer las cosas más fáciles para sus lectores y, sin embargo, simplemente funciona. Este es el por qué. Por lo general, es mejor separar fragmentos largos de texto para que los lectores puedan hojear y seleccionar los enlaces que más les interesan, pero este boletín no es para hojear. Es para tomarse su tiempo. Es un rico tapiz de hilos que conducen en tantas direcciones, y la experiencia de elegir algunos (¡o todos!) para seguir es parte del placer de hacerlo”.

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Es, indican desde Revue, un gran ejemplo de por qué no existe una regla de oro para la estructura de una newsletter.

 

Ejemplo: Geekout

Otro ejemplo analizado por Revue es el de Geekout, un boletín semanal sobre lo que sucede en las redes sociales.

El autor de esta newsletter, Matt Navarra, define así la estructura: “El formato del boletín tiene forma de embudo. Al principio es amplio, con un resumen de las cosas importantes que vi esa semana, además de muchas cosas divertidas para atraer a la gente sin que se sienta como una lectura pesada. A medida que se desplaza hacia abajo, el boletín pasa de hablar en detalle sobre las noticias más importantes al principio a una lista de enlaces rápidos de todas las otras cosas que las personas pueden querer leer o marcar para más adelante”.

Substack apunta sobre este ejemplo que “está claro por su respuesta que también ha pensado mucho sobre cómo la gente lee su boletín, pero no solo eso. Ha pensado en cómo cambia la energía y la atención del lector a lo largo de un tema. Los fragmentos más largos de texto en la parte superior dan paso a listas de viñetas y elementos visuales más adelante, lo que alcanza al lector con el contenido sustancioso justo en el momento en que muestran los niveles más altos de intención: cuando acaban de abrir el boletín. Más tarde, cuando su atención puede comenzar a divagar, la información se entrega en fragmentos y son recompensados ​​con divertidos memes y otras curiosidades. Es una estrategia engañosamente sofisticada que una vez más mantiene al lector al frente y al centro”.

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Conclusiones

Según Revue, “la principal conclusión es que se debe construir la estructura teniendo en cuenta al lector. Imagínese dónde están cuando abren el boletín. ¿Están leyendo en la pantalla de un ordenador o en un móvil? ¿Cuánto tiempo tienen? ¿Están en un descanso en el trabajo o es su tiempo libre? ¿Para qué vienen a tu newsletter?”. Los ejemplos anteriores “funcionan porque los creadores han sabido definir y tener una visión clara de para quién están escribiendo”, sostienen.

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