Los grupos editoriales buscan fórmulas para internacionalizarse en varios frentes, pero particularmente en dos: en audiencia, para llegar a otras comunidades, incluso de lenguas distintas, y aprovechar las ventajas que ofrece internet en este sentido; y por otro lado, en ser atractivos para los inversores europeos y extranjeros, que entren en el capital de la empresa y ayuden a afrontar con más garantías la situación de cambio que se está viviendo, y que requiere una inversión importante para mantener un compromiso de calidad, y también adaptarse a la nueva tecnología.

El presidente de la Compagnie Financière de Communication, Jean-Clément Texier, que ha trabajado por ejemplo con el grupo español Vocento cuando éste trataba de penetrar en el mercado francés, o con los editores Jean-Claude Nicole y Michael Ringier, entre otros, ha explicado cuáles son los cinco tabús que  los grupos editoriales deben romper para ser atractivos para otros grupos internacionales.

Aunque Texier se refiere específicamente a la prensa francesa, los puntos son aplicables a cualquier otro grupo editorial europeo que tenga en su estrategia tratar de que otros grupos internacionales se interesen por ellos. 

Estos son los cinco puntos cardinales que deben cumplirse, los tabús que deben romperse, según indica Texier en un artículo de opinión publicado en la revista francesa L’Entreprendre.

1Las empresas de prensa deben aspirar a la rentabilidad y aceptar remunerar a sus accionistas

“Si se acepta en el sector audiovisual o en los libros que los grupos obtienen beneficios agradables -indica Texier- los beneficios de los periódicos son muy a menudo mal vistos. En este contexto, animan a los inversores a considerarlos como “relés” de influencia y no como diversificaciones prometedoras. De ahí el divorcio con los grupos internacionales que buscan buenos negocios en empresas normales”.

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2Los grupos de prensa deben adquirir un tamaño crítico sin restricciones y ser capaces de realizar consolidaciones

La contracción de los recursos publicitarios y de ventas hace inevitable la fusión de medios para sobrevivir, indica Texier. Y agrega: “Mientras que para los grupos internacionales los movimientos de concentración forman parte de una higiene sana y regular, para los franceses esta práctica es un pecado cardinal. En nombre de la defensa del pluralismo el legislador nacional ha incrementado el número de prohibiciones y esto desalienta a los grupos internacionales que saben que la supervivencia de las publicaciones depende de la inevitable modificación de su alcance”.

3Los periodistas deben aceptar que no son el único componente de los periódicos y que no pueden convertirse en árbitros de su transformación capitalista

Los editores siempre han reivindicado su supremacía en el negocio de la prensa, apunta Texier. Durante muchos años, agrega, en el emblemático diario Le Monde, la Société des Rédacteurs hizo y deshizo como quiso. Pero, en 2010, recuerda Texier, “fue un trío de inversores el que lo salvó de declararse en quiebra: Bergé, Niel y Pigasse. Ahora, con el pretexto de que un puñado de industriales sin relación con los medios controlan muchos grupos de prensa, crece la tendencia a que la información sea considerada un bien público cuya producción y propiedad están bloqueadas por los periodistas”.

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A jucio de Texier, “este supremacismo editorial no toma en cuenta los cambios en la profesión, que ahora se enriquece con el aporte de científicos de datos o investigadores de mercado, como lo ha demostrado el ejemplo del Washington Post desde que fue relanzado por el jefe de Amazon. El corporativismo de los periodistas unido a la rigidez de las leyes sociales es el motivo de la huida de varios grupos internacionales que, sin embargo, sienten mucho cariño por Francia”.

4Debe imponerse una disociación entre las profesiones de impresor y editor, como se ha venido haciendo gradualmente en Europa

A lo largo de los años, las revistas en Francia han aprendido a dejar de ser propietarias de sus imprentas, recuerda Texier. Tanto Del Duca, antepasado de Reworld, como Hachette “supieron romper el cordón umbilical para concentrarse en la parte editorial y el marketing”. Texier indica que hay que aligerar costes empresariales, y que “esta lentitud infinita en la reestructuración industrial” siempre ha asustado a los grupos internacionales. 

5La prensa diaria nacional debe revisar sus posiciones sobre la distribución

El último punto es más específico de Francia, con un sistema de distribución de prensa distinto al español. Texier entiende que es necesario que se actualice vía impuestos lo que pagan los periódicos franceses por distribución, porque la situación ya no es la de antaño.

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Aunque hace unos diez años, el Conseil Supérieur des Messageries de Presse ya decidió  gravar las revistas, porque hasta entonces los 30.000 puntos de venta en Francia vivían gracias a los diarios, que captaban una clientela abundante y regular y, por lo tanto, beneficiaban a las revistas sin que estas hubieran invertido nada para construir una red, el desplome de la venta de periódicos en quioscos y su transición hacia el modelo digital hace necesaria una nueva revisión de costes de distribución, ya que su presencia en quioscos es cada día menor y los costes de distribución ya no deben ser tantos para la prensa.

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